Ariel reproduce la Revista Ciencia y Conciencia No. 15, publicada en el año 1937, y que está dedicada a los Caballeros Templarios. El contenido total de esta revista lo puede obtener en el link de Publicaciones

 

CIENCIA Y CONCIENCIA

Revista de Filosofía Trascendental

Órgano Oficial de la Gran Fraternidad Espiritual

Director: Don Juan Grau Castillo     Administrador: Don Enrique Fernández C.

Santiago de Cuba. Oriente – CUBA

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Vol. 2 JUNIO 2481 - (1937) Nº. 15

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Reeditado por:
A
LIANZA CULTURAL, HUMANISTA, Y ESPIRITUAL UNIVERSAL

Jun. 21 de 2018
Ediciones ARIEL

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Editorial:

La presente edición de “CIENCIA Y CONCIENCIA” está destinada a hacer conocer más ampliamente el TEMPLARISMO, es decir el espíritu, las enseñanzas o creencias y ciertas costumbres de los CABALLEROS TEMPLARIOS.

En todas las edades hubo individuos de selecta condición moral y de elevados ideales, con Principios trascendentes, que supieron hacer valer en todos los ámbitos de la tierra Valores de Conciencia generalmente inusitados y poco comprendidos, es decir, nada fácil de asimilar y profesar. Esto equivale a decir que ni los sistemas filosóficos ni las organizaciones religiosas lograron expresar ni mucho menos enseñar estas características de los CABALLEROS TEMPLARIOS, que antes de todo eran verdaderos SOLDADOS DE LA VIRTUD Y DEL IDEAL.

Los CABALLEROS TEMPLARIOS se distinguieron siempre por la amplitud de sus miras y lo elevado de sus ideales, no combatiendo intolerantemente ninguna clase de creencia ni oponiéndose en modo alguno a ninguna fe, ni a ningún culto profesados sinceramente por sus seguidores.

No nos referimos aquí, claro está, al templarismo Máltense del siglo XVLII, del que todas las formas recientes, como la de Francia, surgida en 1804, la de América lanzada en 1868 y la de

 caballeros templarios

Los “templarios” apenas logran imitar, bastante burdamente por cierto, el genuino espíritu y las prácticas nobilísimas de los auténticos TEMPLARIOS, quienes eran todos verdaderos Iniciados y en su mayor parte descendientes o verdaderos ayant-droits de las principales casas nobles de Francia, Alemania, Bélgica, Italia y España.

Los CABALLEROS TEMPLARIOS tienen una larga además de brillante historia. Pero no confundamos las cosas, los casos y los hombres!

En primer lugar, débese saber que la ORDEN RELIGIOSA Y MILITAR DE LOS TEMPLARIOS, o Caballeros Templarios, fue constituida en Palestina, en 1.118, por el Conde Hugues de Payens y otros ocho gentilhombres, teniendo por propósito garantizar la libertad religiosa en la llamada Tierra Santa y teniendo todo Caballero la obligación de ceñirse a un triple voto de OBEDIENCIA a los superiores, POBREZA en cuanto a bienes materiales y en fin de CASTIDAD. Se creyó en un principio que su finalidad era hacer la guerra a los infieles y proteger a los peregrinos. La verdad es que ellos tenían la misión de mantener la Palestina libre de guerras religiosas, no importa quienes fuesen los atacantes.

Se les llamó TEMPLARIOS porque el rey Beaudoin II les dio como residencia una casona en sitio cercano de las famosas ruinas del Templo de Salomón y además hacían guardia diurna y nocturna ante los Templos, no solamente los de los Cristianos sino también los de los Mahometanos y las Sinagogas.

Esta ORDEN no fue creada por ninguna organización religiosa, ni tampoco tenía por finalidad servir los designios de ninguna creencia en particular. Pero se sabe que Theoclètés, Gran Pontífice de la Orden del Templo de los Nazarenos, que era una falange de ardorosos defensores de la secta Johanita[1], fue el Iniciador, encausador moral y en fin el inspirador constante de los primeros fundadores de la Orden de los Templarios, que en realidad pueden considerarse como una verdadera extensión del Johanismo (Ebbonitas Nazarenos) o sea, la enseñanza Cristiana primordial, enunciada por Juan el Bautista.

Los TEMPLARIOS tenían, por lo tanto, una trascendente finalidad, o sea la misión de instaurar en el mundo Occidental el Verbo Espiritual de los Santuarios Esotéricos, entonces muy negado y aún más ignorado.

Los TEMPLARIOS, por ende, no fueron herejes nunca, porque nunca fueron ortodoxos de la tradición judeo-cristiana. La Cruz Roja que figuró siempre sobre su vestimenta blanca (distintivo de la GRAN FRATERNIDAD UNIVERSAL (BLANCA)) era sinónimo de la Cruz Zodiacal y aun la Conciencia (Christos-Helios) sobre la realidad confusa de la vida-materia. ./..

./. Los CABALLEROS TEMPLARIOS asistían a los servicios religiosos en sus propias Capillas, pero también tenían moradas secretas donde se reunían para otros servicios de carácter puramente Iniciático y atendían por igual las Sinagogas y las Mosques. Eran los AMIGOS FIELES de todos los sinceros creyentes, los PUROS DE CORAZÓN Y DEFENSORES DE LA FE, como quien dice, los SOLDADOS GARANTES DE LA VIRTUD Y DE LOS DERECHOS DE LA CONCIENCIA.

Los dirigentes u oficiales de la Orden eran todos individuos de múltiples prestigios y de rango de Nobleza, habiendo entre sus filas Reyes, Condes, Marqueses, y en fin Gentilhombres de todas las categorías. Ni entre los más ínfimos Miembros de la Orden había un solo siervo u hombre común.

En 1.134, el rey Alfonso Primero de Navarra y Aragón declaró a la Orden heredera de sus bienes. Se hizo, además de poderosa en los asuntos morales y políticos de Europa y Asia menor, sumamente rica.

El Cristianismo nunca tuvo mejor defensor que los CABALLEROS TEMPLARIOS. La Iglesia de Roma creó su propio milicia templaría, llamada “Hospitalarios”, pero jamás logró semejantes prestigios ni igual empuje como los de los CABALLEROS TEMPLARIOS DE SAN JUAN. Pero cuando estos se hicieron demasiado poderosos y se aprestaban a regir los destinos del mundo Occidental, parece que los poderes coaligados de la época se avisaron de los orígenes y de las posibilidades, así como de las miras del TEMPLARIMO. Esto fue la causa de la intensa labor disidente iniciada contra ello, culminando en fin en la traición de 1.307, fecha memorabilísima en los anales religioso-políticos de Europa, puesto que es entonces que el estado de Francia junto con la Iglesia de Roma sofocaron, de intención por lo menos, el TEMPLARISMO, poniendo así tremendo dique a la conciencia Humana, retardando el Humanismo posterior y en fin obstaculizando la famosa Reforma, que de todas maneras sobrevino. Fue el más crudo golpe estrenado contra el Liberalismo naciente, y el más cobarde atentado contra la libertad de pensamiento. Los defensores de la Iglesia y banqueros del empobrecido estado Francés fueron robados despiadadamente y sometidos al suplicio, para borrar mejor el triple crimen, de ROBO DE BIENES PARTICULARES, NEGACIÓN DE LIBERTAD DE CONCIENCIA, y de MASACRE DE CABALLEROS. Todo esto se hizo tras de un sin igual cinismo en que participará toda la bellaquería del ocio de los Príncipes y señores feudales fanfarrones que infestaban entonces la vida europea que ya empezaba a ansiar grados de civilización.

Lo cierto es que la ORDEN DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS reunió todo lo más selecto de la Nobleza del mundo Occidental, continuando sin pregonarlo, la obra de los valientes adalides Catares (Puros), antecesores suyos que también fueron conocidos como Albigenses y Vaudoenses, hasta el extremo de que el Gran Maestro tuvo siempre el grado de Príncipe, además del título, bien codiciado por cierto, de Conde de Tolosa.

 La ORDEN tenía también muchos sacerdotes y en la época de las Cruzadas fue intrépida y gloriosa. Su defensa en Gaza (1.171), la batalla de Tiberiades (1.187), la conquista de Damiette (1.219), la Cruzada de Egipto (1.250), fueron otros tantos triunfos, que no se empañan con el trascurso del tiempo ni con su tremenda derrota en Sant-Juan d’Acre (1.291). Pero después de esta fatalidad, la Orden comprendió que luchaba contra un enemigo que no se le enfrentaba nunca y que no obstante era infinitamente peor que las fuerzas que se proponía disolver.

Es entonces cuando la Orden se retiró hacia la Isla de Chipre y luego a la Isla de Malta, para en fin retraerse en sus Comanderías de Europa. Así comenzó su verdadera Cruzada, no contra los Mahometanos que acababan de destruir sus filas ni contra los Árabes que en secreto eran sus más fieles y poderosos aliados, sino contra los propios Cristianos Europeos…

La Orden tuvo que luchar mucho en secreto, lo mismo que al descubierto, contra los intereses creados de la época y es entonces, verdaderamente que llegó a demostrar cuál era su auténtica misión, es decir, los verdaderos propósitos de su organización. El Cristianismo que había defendido más y mejor que nadie antes, tenía que sufrir el empujo de su celo e ideales. Estaba resuelto a llevar a la cristiandad cierto espíritu de compenetración, apreciación, caballerosidad y dignidad que hasta ahora habíase echado de menos. Había que inyectar tolerancia y liberalismo, sencillez y cultura en la Europa arrogante y cruel, cínica y vanidosa y el Templarismo tenía la misión de lograr tales reformas. Tal fue, en fin, el motivo de las persecuciones sangrientas y brutales de que fueron objeto sus Caballeros idealistas…

La Orden, entonces, fue perseguida y maltratada, pero los conceptos no se encarcelan ni perecen en las hogueras, por más que todo España y media Europa ardía con maderas empapadas de grasa humana, llenando los aires de hedores acres de carnes incineradas en medio de brutales odios exacerbados en medio de lúgubres cánticos salmodiados furtivamente por trémulos labios que falsificaban la Voluntad Divina y blasfemaban con sentencias de oraciones. Pero nada fue en vano, puesto que sobrevino el Renacimiento, y luego la Reforma y en fin el Liberalismo y el Iluminismo.

Se ha dicho que los TEMPLARIOS eran espías al servicio de las huestes de Gengish Khan. Es posible que algunos lo hayan sido, y que la Orden haya sido creada exprofeso para preparar el terreno, con un siglo de anticipación, ciertamente, pero si estos sabios y valerosos luchadores del Ideal de Superación humana fueron emisarios de los Santuarios del Asia, nada puede inculpárseles de manera denigrante, por cuanto ellos fueron además de DEFENSORES DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA en su propia época, oficiaron con sus sacrificios cruentos de precursores de todas las conquistas de que se vanagloria tanto nuestra época actual.

El Gran Maestro, en el momento de expirar, dijo luminosamente: “Permita, ¡Oh Dios mío! Que algún día el mundo, mejor informado, conozca con más propiedad aquellos que se esforzaron en vivir por Ti” ¿Hay pecado en eso? ¿Hay blasfemia en eso? ¡NO! Los Templarios eran demasiado dignos para vivir corrompidamente en la época que tenían por misión reformar. Ellos eran demasiado Nobles: por eso la nobleza bribona y desvergonzada de entonces tenía que buscar su anulamiento.

El TEMPLARISMO dio nacimiento a la Masonería, siglos más tarde. Pero siglos antes, ya existía una disciplina y un estado de cosas grandilocuente de moral y filosofía, en los pocos conocidos territorios del Asia, precisamente donde fue ideada.

Lo que generalmente es menos conocido, es que los CABALLEROS TEMPLARIOS eran Iniciados, o bien Iniciandos. Con razón Servían a todos los Credos y montaban guardia de defensa para todos los cultos, llevando a los corazones doloridos, solaz y serenidad que solamente ellos sabían impartir.

Para terminar esta exposición, digamos que por fortuna del TEMPLARISMO no murió nunca. La edad de las andanzas caballerescas y de la exaltación mística jamás morirá, pues en todo corazón humano hay un Caballero y en toda Conciencia Iluminada aparece un TEMPLARIO.

 

Swami Jñanakanda

 

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[1] De la que el Profeta, por sucesión, era Juan el Bautista, a quien colocó siempre encima de Jesús - Consúltese “Isis sin Velo” Vol. II. Tanto estas notas como lo datos aquí insertados son entresacados de la interesantísimo obra “TEMPLAR FACTS” por K.H.