EDITORIAL

Continuando con la línea editorial que hemos asumido en torno a la necesidad de la PAZ, retomando artículos de ARIELES pasados, tomamos esta vez un hermoso mensaje de un miembro de la ALIANZA UNIVERSAL, el Hno. Santiago Arguello de Cuba, quien lo escribió en febrero de 1940 para la Revista ARIEL Nos. 12 y 13 de Mayo y Junio; Nos. 14 y 15 de Julio y Agosto; Nos. 16 y 17 de Septiembre y Octubre y No.18 de Noviembre, de 1940. Sea este un homenaje a su memoria.

Nuestra Labor Universal por la Paz

Mi Mensaje de Paz

(A mis Hermanos de América)

!Hermanos míos de América!

No os habla hoy el intelectual. No os habla hoy el instructor. No os habla hoy el poeta. Quien os habla hoy es el hermano, en esta hora de angustia en que está haciendo tanta falta la fraternidad.

!Hermanos míos de América! El instante es de inmenso peligro para la humanidad. Ella sufre, ella perece, ella se desangra; pero hay algo peor que toda sangre, que todo dolor, que todo perecimiento corporal; el paroxismo de odios y de separaciones que con la guerra de pensamientos y de balas estamos atizando en el ya envenenado corazón del mundo, y que pudiera, intensificando este período de pesadillas y de horrores, retardar en lamentable forma el bonancible advenimiento de la conciencia nueva para el género humano.

Tengo ya casi listo para entregarlo a prensas mi próximo libro: ALMA CONTINENTAL. Libro de exposición del morbo universal y del derrumbe, por lo tanto, de nuestra ya cariada civilización; y, al propio tiempo, libro de planificación de salvadoras estructuras de conciencia mundial: de estructuras ya próximas, que, en su aspecto de fuerzas, están ya listas - como en la subconciencia planetaria - para emerger bien pronto en su aspecto de fenómenos, tan luego les tengamos nosotros el suelo despejado y el ambiente propicio. Un libro, pues, de Comprensión, de auto-visión humana. Libro, por lo tanto, de Amor, y, en consecuencia, de Paz. Comprender es amar. Amor es Armonía. Y Armonía es PAZ. Porque la Comprensión es llama que funde la Inteligencia con el Corazón. !No en el concepto emocional, sino en el concepto espiritual! Mi fe me dice que este libro hará bien; porque a algunos les servirá de ayuda en comprender. Y bien lo necesitan los hombres de buena voluntad, aquellos para quienes la vida y el dolor han sido el esmeril que les ha ido diafanizando las conciencias. Mas como no se sabe cuando tal libro se podrá publicar, y como los momentos no esperan, he decidido anticiparos una palabra precursora. Por eso os va esta Voz: Voz clamante, pero no en el desierto; plena de realidad, vibrante energía amorosa, clarín congregador hacia una pacífica movilización espiritual: !Es la Voz de la PAZ!

Yo he oído en mí esa Voz, y os la transmito, con cariño fraterno, sin pretensión de apóstol ni de maestro.

!Oídla hermanos! !Quemaos en su fuego, y quemad!

!Propagad el brasero! El brasero que ha de desentumir entrañas para la obra común.

Con contrafuegos de entendimiento, se apagan los incendios de ignorante pasión. Con contrafuegos de dulzura, se apagan los incendios de acometividad. Con contrafuegos de unidad, se apagan los incendios de separatividad. “El odio - dijo el Buda - no se acaba con odio. El odio solo se acaba con Amor”.

Convertios en los colaboradores del Destino: En los ejecutores de la Ley. La casa humana se halla ardiendo. Se quema de egoísmo. Haced vosotros que se apague, logrando que se queme de Amor.

No os sorprendáis si os digo que en vuestras manos se halla mucha parte del logro de la Tierra. Si contribuisteis tanto en la creación del odio, ¿cómo no vais a contribuir ahora en la creación de Amor? Conscientes unos, inconscientes otros, todos engendrasteis la guerra. Cuando en tertulia difamasteis, lo que forjabais era guerra. Cuando rezabais oraciones y, encasillados entre la ciudadela de una exclusiva religión, pedíais las mordazas para las almas que tenían modos distintos de adorar a Dios, lo que pedíais era guerra. Cuando gritabas patrióticas exaltaciones y agitabais banderas agresivas y sonabais militantes tambores, lo que sonabais era guerra, lo que agitabais era guerra, lo que gritabais era guerra. Cuando llamabais a las filas políticas al pueblo para enrolarlo, despertando pasiones, con divisas de liberales o de conservadores, lo que en el alma de las masas os hallabais tejiendo era el dechado de la guerra. Cuando ibais a las urnas mirando torvamente a quienes se acercaban con el voto rival, lo que de los ojos os salía eran las llamas de la guerra. Y hasta en los predios de la madre belleza, y hasta en las zonas de la sagrada Astrea, y hasta en las búsquedas despersonalizadas de la severa Ciencia, y hasta en la sabia curul del Magisterio, lo que en rivalidades y envidias se asomaba a los rostros eran los estrabismos de la guerra. !Sed, pues, los nuevos constructores de Paz, oh viejos constructores de guerra!

Porque esa guerra que está matando al mundo, la hemos hecho nosotros. No achaquéis culpa de ella a quienes en la zona de los hechos históricos aparecen como agresores. Esos son los fenómenos, en la región externa, de lo que todos nosotros amasamos momento por momento, en la región de la conciencia. La mano ejecutora no es la causante de la guerra. Somos todos nosotros, que, por dentro, pusimos en guerra las entrañas.

!Rehabilitémonos, hermanos, engendrando la Paz!

Porque la Paz no se hace con fuerza, ya que Paz es amor y fuerza es odio. Porque la Paz no se hace con tratados; ya que la Paz es la verdad profunda; sincerizada en los espíritus; mientras que los tratados son hábiles mentiras que el estómago enhebra y que los labios diplomáticos tejen. Porque la Paz no se hace con doctrinas; ya que la Paz es corazón; y las doctrinas intelecto. La Paz sólo se puede hacer a fuegos de Almas, en un alerta despertar de la Conciencia Superior; en un parto, en las almas personales, del Alma Universal. !Sed, como Sócrates, partero de Almas!. El momento es propicio, aunque parezca lo contrario. La raza humana está hoy en pleno alumbramiento. Hay profundos dolores; y, bajo de ellos, el feto interno que se agita con ansiedad por ver la luz. !No dejéis que el nacimiento se retarde, que las miserias y desastres enconen más la entraña, y que el dolor, con ello, en vez de surgir en la piedad, se hunda más hondo en el aborrecimiento!.

Porque esa lucha cruenta en que hoy se anega el Viejo Mundo - y en la que el Nuevo toma parte invisible - es una doble lucha; o, más bien, una lucha con dualidad de aspectos. Por fuera, quienes pelean son naciones; pero, por dentro - sin que los combatientes lo comprendan - son dos estados de conciencia: el viejo, que torvo de egoísmo, se alimentó de guerra; y el nuevo, con sed de expansión, de armonía, de confraternidad y de interdependencia, tiene ya listo su alimento de paz.

Comprended esto. El mundo marcha. En dolorosa lentitud; pero marcha. De ciclo en ciclo, que son sus pasos ascendentes, medidos en conceptos de tiempo. El ciclo viejo, que ha terminado ya, y que ya se halla en sépticas desintegraciones, está luchando por vivir todavía. El nuevo, por enterrar al muerto. Esa es la crisis de hoy. El muerto es corrupción, egoísmo, falsía, conquista, posesión, nacionalismo, apariencia, materia, hambre y dolor, desengarce de cuentas y perpetuidad de guerra externa por el mantenimiento de la interna. El que está por llegar, es unidad, internacionalismo, integración, armonía, piedad y comprensión. !Es el espíritu! !Es la PAZ! !La PAZ que adviene, como una madrugada en la noche!

Pero el conflicto actual de este: que hay hombres viejos entre ideales nuevos, conciencias cadavéricas actuando en cuerpos de recién nacidos. Por una parte, la conciencia decrépita, que quiere operar como decrépita entre retoños vivos, y, por otra, esos retoños vivos que procuran caldear con energías renovantes las células gastadas. La crisis de hoy es un simple fenómeno de inadaptación, de ojos núbiles con gafas de anciano.

Y, ante este estado humano, ¿qué habréis de hacer vosotros, mis hermanos de América, con vuestras ansias de buena voluntad? Si, pasado al conflicto - la crisis visible - os mantenéis, como hasta ahora, con los brazos cruzados, retardaréis el tiempo de los advenimientos amorosos, el muerto se mantendrá insepulto, los miasmas de la guerra seguirán asfixiando a la pobre humanidad, aún no se sabe por cuanto tiempo más. Lo que debéis hacer es aprestar, para el auxilio, vuestros poderes íntimos, y alistaros en legiones de bien para el instante del clarín.

No os aconsejo un pacifismo inerte, pasivo, de esperanza en el cielo; ni menos uno melodramático y declamador. No un pacifismo que vocifera paz, sino un pacifismo que hace paz.

¿Con qué armas? - me diréis - Con las más poderosas, aunque generalmente incomprendidas ¡con las del Pensamiento! No sonriáis con ironía ¿No conocéis acaso el Poder del Pensamiento? Querer es Poder. La fe transporta las montañas. Y el querer no es sino el pensar dinamizado, y, más que todo, concentrado. Y la Fe no es la creencia, sino la convicción: esto es el Pensamiento que, al hundirse en sí mismo, se ha convertido en Comprensión.

Sabéis que, en vuestra vida individual, la mente es el acto. Como pensáis, obráis. El mismo Dios (¿recordáis a Pitágoras y a Platón?) mentalizó el Universo: y el Universo fue. Lo cual vale decir que, si trocáis la modalidad de vuestro pensamiento, habréis trocado en igual forma la calidad de vuestros actos. Porque la vibración mental produce formas en la región emocional semejantes a aquellas que, en lo físico, produce el sonido instrumental, ¿Qué es sino eso - labor de pensamiento - el troquel que moldea lo que se nombra la conciencia pública? Es sólo una modalidad particular de concepto, una fuerza mental que uniforma las acciones de un pueblo, a fuerza de uniformar el pensamiento de la masa. ¿Y quién lo uniformó? El pensamiento de unos pocos que, por el esfuerzo repetido, por obra de su expresiva intensidad y por el calor de sus enfoques, labró la cantera de su mente grupal y cinceló la estatua de una nueva conciencia.

Sabéis también que los rayos solares son relativamente débiles en estado difuso; pero que, si los refundís en haz de rayos en el cristal de un lente, lo que antes apenas alumbraba, se alza después en llama viva. Del mismo modo, el poder del pensamiento se habrá de intensificar desmesuradamente, si, en vez de operar en forma aislada, obra juntándose en un haz colectivo, como rayos de sol, en el cristal de un lente.

Sabéis, del mismo modo, que todo es energía; y que la ciencia afirma que cuanto existe es sólo una manifestación de esa energía; que esa energía viértese a través de nosotros, vibra y labora entre nosotros, y que, en cierta manera, nosotros nos hallamos sumergidos en ella; porque los cuerpos, cualesquiera que sean sus naturalezas y organizaciones, se encuentran constituidos por átomos; que son unidades de energía.

Por tanto, esa Energía humana, si se condensa en pensamiento y se lanza en vivientes imágenes mentales, estas condensan la pública opinión, que - como no ignoráis - es el poder social incontrastable. Y esa opinión de masas, casi siempre emotivas, es la que produce los sucesos históricos, trágicos cuando esa emoción no se controla por poderes mentales directores, pero benéficos y constructores cuando los pensamientos que los dinamizan llevan una finalidad rectificante de Comprensión y Amor.

Por eso, os aconsejo que, cada vez que lo podáis, concentréis vuestras mentes en el sentido de la Paz Mundial, perseverantemente, con voluntad de bronce y solidez de pensamiento sintiendo en vivo cada vocablo que emitáis, y enviándolo como venablo de armonía y de luz sobre ese triste mundo que se halla crujiendo en el dolor. Y ese venablo que, en vez de matar, infunde Vida, irá recto a ese mundo, se clavará en su entraña y subirá a su mente; y en la entraña será iluminación, y en la mente será serenidad; y en el labio será dulzura de ósculo, y en los grupos humanos será fraternidad.

No os aconsejo rezos de beatería, oraciones devotas de inconsciencias opiáceas - labial automatismo sin imagen mental, sin creativo poder, sin hacedora magia - !No!. Lo que os aconsejo es que encendáis (No con el encendimiento emocional, espasmódicamente agitador, sino el Centro del Cosmos). No os pido calores, sino llamas. Y no las llamas en calidad de quemaduras, sino las Llamas en su aspecto de luz.

Mas, para que haya eficacia en el auxilio vuestro con los vocablos que emitáis, es preciso tener presente siempre que la emisora de las fuerzas de Paz no debe ser la boca, sino el Alma. Y como el Alma es el Ser Infinito individualizado, presenta tres aspectos, que son reflejos de ese Ser Infinito: Amor, Voluntad, Inteligencia... Y, así, para que el alma cumpla su misión, ha de poner en su acto reflector la conjunción de esos tres rayos. Caldear las frases con Amor (su propia Esencia); infundirles impulso con la Voluntad (poder oculto); y enviarlas hacia fuera con Inteligencia, en una forma - pensamiento integrado y sobre un flujo de substancia mental vívidamente luminosa. Hay que hacer el esfuerzo necesario para el haz simultáneo de esa sagrada trinidad de funciones. Que el acto sea desinteresado (de Amor); que él lleve consigo el dinámico aspecto de recóndita fuerza (Voluntad); y que salga a lo externo en forma luminosa de materia mental (Inteligencia). Y que los tres aspectos diferentes se fundan en la unidad de un acto verdadero.

Pero debéis, del mismo modo, desdoblar la atención, y, al propio tiempo, unificarla. Debéis fijarla, por un lado, en lo que con el acto se persigue y en lo que el acto significa; y, por el otro, en expedir a su lugar de mira la fuerza volitiva de esa Potencia que va oculta dentro de la audición de las palabras. Es ese un entrenamiento indispensable, que obtendrá, a la postre, como premio, el más lisonjero éxito: el de una feliz interacción de nuestra Alma con el factor Inteligencia, con el factor anhelo, con el factor encéfalo, y con el Verbo o el sonido de la palabra hablada.

Al hacerlo, sabed que con vosotros hay millares de hombres de buena voluntad, que, en todos los idiomas, lo están verificando. Y dirigios, además, si podéis, a cuantos de vuestros conocidos sean fuerzas de influjo sobre cualquiera agrupación: maestros, directores de asilos, presidentes de logias, dueños de radiodifusoras, etc., para que ellos por su parte, consigan la energía grupal y trascendente de una común invocación. Una imagen mental de paz, forjada por un grupo que al unísono siente, que al unísono piensa y al unísono quiere, lleva el empuje de una bomba amorosa que se asesta al corazón de la guerra. !Moved, sacudid, haced vibrar al Mundo! Hay muchas almas buenas, con internos aperos de labranza, pero que están aletargadas. !Despertadlas! El gallo canta y la labor espera. La Paz, que viene, esta recogiendo a sus obreros. Limpiad la sangre del mordisco, para que haya blancuras donde imprimir el beso. Impulsad movimiento en cualquier punto en que os halléis. Prensa, tribuna, cátedra, oficina, tertulia, hogar... en donde quiera que haya pechos capaces de heroísmo de amor, e inteligencias propias para Unidad de Luz.

No puedo ahora daros una detallada instrucción acerca de la crisis actual: de sus causas, de su significación, de sus alcances. Os la daré próximamente. Sin que ello signifique una absurda pretensión de infabilidad por parte mía. Doy lo que tengo, sin más garantía que mi propio criterio. Tomadlo como es. Que quien da, como pobre, su centavo, es tan de agradecer como quien, como rico, regala su tesoro.

Más debo anticiparos una notación. Esta crisis es cíclica. Lo cual vale decir que ya ha tenido antecedentes en otras semejantes a ella. Alguna de esas crisis pretéritas se remontan a épocas de tal longevidad, que se extravasan hasta de los linderos de lo que nosotros conocemos como historia profana. En una de esas crisis longevas, en que se pugnaba como ahora, y por causas idénticas a las de ahora, fue de maravillosos resultados para la rectificación de la conciencia del mundo, y, por lo tanto, para el impulso de su progreso evolutivo, cierta fórmula, adaptada en su época por el pensamiento, vitalizada por una comprensiva fuerza intencional, proyectada sobre la masa humana por un enérgico poder volitivo, y recitada por los labios por rítmicas sonoridades y con ecos hasta el rojo encendido en aspirante vibración.

Esa fórmula era esta:

"¡Los hijos de los hombres son Uno; y yo soy Uno con ellos!
¡Yo procuro amar, no odiar; yo procuro servir, no exigir, yo procuro curar, no herir!
¡Que el dolor traiga consigo la debida recompensa de Luz y Amor!
¡Que el alma controle la forma y la vida externa y los acontecimientos!
¡Que ella saque a luz el Amor que subyace en todos los sucesos del tiempo!
¡Que la revelación y el discernimiento nos lleguen!
¡Que la unión interna se demuestre, y que las divisiones externas desaparezcan!
¡Que el amor prevalezca!
¡Que todos los hombres se amen!”

Si analizáis por fuera de esas palabras, podréis hallarlas carentes de belleza y aún defectuosamente estructuradas; mas si las veis por dentro, en su aspecto de fuerza vibratoria; y si son pronunciadas en su sentir interno, con energía y comprensión; si son dinamizadas, una a una, con el poder entero de la mente fraternizada con el corazón, hallaréis que intensifican ellas su benéfico efecto inconcebiblemente, no solo en su virtud balsámica sobre el llagado mundo, sino también como un poderoso estimulante que reacciona sobre las particulares existencias de quienes las pronuncian. (Hablo naturalmente para aquellos que “sienten” , o siquiera presienten, la verdad que les digo. Sé que para los otros seré quizás fanático, romántico, beato, o, cuando menos místico o alucinado. Cuando hacemos lo que pensamos rectamente, cuidémonos bien poco del adjetivo que nos den. A ello se expone el que procura hacer el bien, cuando habla en futuro o lo pretérito)

Por otra parte, y además de la transcrita invocación, hay otra llamada GRAN INVOCACION, que hoy es recitada día a día por cientos de miles de personas, por agrupaciones de todas las tendencias y en múltiples idiomas en el mundo entero. Se trata de refundir, por medio de ella, en una sola emisión de Amor y en la forma de un pensamiento particularizado, un gran haz de Almas de buena voluntad, que, olvidadas de toda diferencial característica - sea de raza, de religión, de política o de sistemas filosóficos - , vayan unificadas y potencializadas por su esencial espíritu: el Unitario Amor. Y es esta:

¡Que las potencias de la Luz iluminen a la humanidad!
“¡Que el Espíritu de Paz se difunda por el mundo;
y que el Espíritu de Cooperación una a todos los hombres de buena voluntad
en donde quieran que habiten!
“¡Que el sacrificio por parte de los hombres sea la tónica de los presentes tiempos!
“¡Que el Poder Infinito acompañe los esfuerzos de los Grandes!
¡Que así sea, y cumpla yo mi parte!”

Esa GRAN INVOCACION ha sido acogida calurosamente por el mundo entero, especialmente en la América del Norte, en donde ha recibido hasta el apoyo oficial de los Gobernadores, como se ha visto en los Estados de New Jersey, Colorado y Dakota. Numerosísimos periódicos la han comentado en sus editoriales, y la han reproducido y propagado por toda la extensión del país. Las estaciones de radio le han abierto ancho campo; los jefes de múltiples agrupaciones le han llevado a sus centros respectivos; y los millares de individuos han cooperado en la distribución del material impreso que en profusión edita la Unidad de Servicio de los Estados Unidos.

Si se pronuncian sus vocablos con la debida posesión de sentido y vertiendo en el sonoro flujo de la voz todo el haber de la intención - Verbo, encendido en la Energía Creadora, esa Invocación o ese mantram mágico, sorbe del Centro Universal un poder Cósmico de tales efectos, que muchos de vosotros no lo podríais ni sospechar siquiera.

Y no os asombre lo que afirmo, ni lo toméis a hipérbole. Sabéis que si la industria humana lograra utilizar la incógnita energía que se encierra en el átomo, transformaría su poder productor en el poder de un Dios. ¿Y vosotros que sois, sino millones de átomos confederados bajo un poder más alto aún, que es el del Pensamiento. Poder manipulado por otro más alto todavía, que es la conciencia del Unitario Amor? !Pensad, hermanos, amorosamente! !Creced el Pensamiento, henchido de potencia de Amor, y enviadlo como descarga eléctrica a iluminar a los que ignoran, fortalecer a los que sufren, pacificar a los que luchan! Con lo que al propio tiempo, os iluminaréis, os fortaleceréis, os pacificaréis vosotros mismos.

Pero hay que hacer un poco más aún. Después de recitar, actuar.

Si servís una cátedra, utilizadla para mudar conciencia en los discípulos. De mente a mente con ellos. De corazón a corazón con ellos. Un trasiego de Mente Superior, dulcificada en sentimientos del mismo modo Superior. Una emoción de Amor, mentalizada en Comprensión. Seguidles enseñando a percibir por fuera lo múltiple del mundo en la forma, pero a sentir también por dentro la Unidad de ese mundo en la sintética Esencialidad de la Vida. Haced que sean fraternales, no en virtud de precepto, sino en virtud de convicción. Que a todo viejo con quien topen, lo consideren como padre; que a todo aquél que sea de su misma edad, lo traten como a hermano; que, más tarde cuando se hallen en frente de algún niño, lo mimen y protejan como a hijo. Que veneren su hogar; amparo paternal, ternura maternal; abrazo fraternal, veneración filial. Hogar: racimo de Almas en un tallo de unidad familiar, primer peldaño de amor grupal. Que veneren en seguida a su pueblo, grupo de grupos, Amor en otra forma más amplia. Y que veneren luego a otro grupo de grupos y de grupos, que se nombra la Patria. Que, luego su amoroso río de veneraciones siga ensanchando sus riveras, y sea al fin Amor de Raza; para concluir después en ser mar sin orillas, el de la Humanidad.

Quitad del niño todo contacto con lo bélico. !No les deis más juguetes que recuerden la guerra! !No amaséis su emoción con la ansiedad de triunfos cruentos! !No los chacalicéis! No los entrenéis en contiendas, que despiertan en sus almas el odio; ni ordinariéis sus vibraciones con trepidar de nervios; que acendran acometividades. Modificad los himnos nacionales que dicen: !A las armas! , y que sólo hablan de guerra, de campos de batalla, de la voz del cañón. No amenicéis las fiestas oficiales con desfiles de niños militarizados. Desentonan las bandadas de ángeles, si se les pone a marcar pasos en escuadrones de soldados.

Si sois políticos, no lancéis piedras contra el tejado del vecino. Si no hay necesidad....!Dejad que él obre como quiera. Cada uno trae pegado su destino en la espalda. Cada uno es obediente a su estado. Suya y no vuestra es la vela de su palo. Quitad la viga de vuestro ojo, sin importaros la paja del ajeno. Que cada cual limpie su casa. Suprimid, además, los epítetos de ataque. Quita el “anti” de toda frase vuestra. Todo ataque trae consigo reacción. La guerra empieza dentro de las familias; se acentúa en las tertulias de barrio y en las relaciones sociales de ciudad; sube de punto en las fracciones políticas; para finalizar dicha catástrofe, en el chocar de las naciones. La guerra de éstas tienen su origen en la guerra de lenguas de familiares y de conciudadanos. Si sembráis almas bélicas, ¿qué otra cosa cosecharéis sino naciones pendencieras?....

Si vais a las tertulias, no murmuréis en ellas. No os gocéis en defectos que eso también es guerra. No propaguéis noticias, carteros de la difamación!. Hay mucho de que hablar sin herir. Sed suaves hasta en la pronunciación de los vocablos. Todo se puede decir sin causar lastimaduras. La cortesía es un principio de Amor. Pensad antes lo que vais a expresar, y eliminad de previo, escrupulosamente, cuanto en ella parezca que no sea cordial. Hasta para no estar de acuerdo hay que ser dulce. Cuando la lengua quiere censurar, cortadla con los dientes, y escupid la censura con el pedazo de lengua cortada.

Al pensar en la guerra, no te embargues, hermano, en simpatías especiales; porque adoptando carta en favor de uno, ipso facto, la adoptas en contra del opuesto; y con eso, tomas parte de la guerra, y la acentúas con la mente y te hace cómplice de sus desastres. Procurad acogeros a vuestra Alma - templo de la Serenidad -, lo más lejos posible de la reacción de sus vehículos. No odiéis a los fascistas, ni abominéis al comunista. Pensad abstractamente, depuradamente, con ojo espiritual y no con gafa pasional. Y entonces, comprenderéis, que todo, hasta lo que se considera como malo, tiene su lógica y razón de ser en total movimiento progresivo de la llamada evolución. !Nunca ataquéis, hermanos! No ataquéis ni a lo malo: que lo malo se acaba cuando forjáis lo bueno, como se acaba las tinieblas con encender la luz.

Que por su parte, las mujeres obren con toda la potencia de su debilidad. Que se comprendan a sí mismas, que es comprender lo que ellas significan y lo que significan sus deberes. Su línea es el Amor, no el Poder. Y es por la línea del Amor como ellas ejercen el Poder. Sansón puso en manos de Dalila sus potentes cabellos. !Que nuestras Dalilas de ahora no se los corten como aquélla, sino que se los peinen de modo que las fuerzas que residen en ellos pierdan su poder catastrófico, acrecentando en cambio el de creación y armonía. Que las ansiosas feministas dejen de romper los cristales en los “meetings”, y, más todavía, de romper sus euritmias femeninas con falsos gestos varoniles. Ellas podrían detener la hecatombe; y lo que están haciendo es aumentarlo. Ellas podrían inculcar en sus hijos pensamientos de paz y de interdependencia universal; ellas podrían esgrimir sus caricias sobre los pechos de sus hombres, para mudar las iras en sentimientos de piedad y para encadenarlos en sus suaves hogares con cadenas de lirios; ellas podrían, encabalgadas de walkirias de paz, correr a los caminos en que marchan ejércitos, salirles por delante, y de ellos arrancar a sus hijos, a sus esposos, a sus padres; matar en cada uno el mito falso de las patrioterías y la ilusión pueril de las héroe-latrías; y ametrallar sus agresiones con lágrimas y sus violencias con caricias. Y, sin embargo, lo que hacen es ponerse de obreras en los talleres del armamentismo, a fabricar con esas dulces manos maternales, las armas truculentas con que van a regar fangos lejanos con sangre de otros hijos, cuyas madres, igualmente crueles, también fabricaron con sus manos, las máquinas mortales con que ellos recíprocamente se asesinan. No piensen, esas pobres mujeres, en el absurdo desastroso de pedirle hijos vivos a su entraña, para después dárselos muertos a las entrañas de la tierra. !Que el feminismo estéril, de derechos políticos, de vociferaciones sin control, de cábalas parlamentarias y de desierto en los hogares, se trueque en feminismo de Amor, en feminismo de feminidad, de construcción educativa, de eje de luz interna, faro de la humanidad!

!Hermanos míos de América!.

Aquellos de vosotros que no saben burlarse de lo que no comprenden, ni menos escarnecen con sonrisas irónicas a quien les lleva un pan de Espíritu, recoged mis palabras y meditad sobre ellas. Y si ellas os despiertan sentimientos análogos y convicciones de igual índole, desarrollad al punto vuestras iniciativas y esfuerzos en el sentido que os indico. Vais a convertiros, con eso, en servidores de la humanidad y en colaboradores de la Divinidad. !No hay que perder momento!

Os habla vuestro hermano, en esta hora de angustia y de peligro en que está haciendo tanta falta la fraternidad.

SANTIAGO ARGUELLO

Habana, Febrero de 1940