LA SAGRADA PRESENCIA


El segundo aspecto de la COMUNION ESPIRITUAL es conocido como DIVINA PRESENCIA.

La Divina Presencia es sentida en el curso de la debida Meditación, que es cuando los Iniciados prolongan su devoción al punto de una profunda realización más allá de las fronteras de las experiencias síquicas de mentalización.

En este punto cosechamos lo que hemos aprovisionado en el transcurso de los profundos esfuerzos mentales. Consecuentemente, el proceso pensante no tiene que ser interrumpido o borrado del todo, puesto que la “mente en blanco” sólo puede provocar estados mentales desequilibrados y derivaciones en presiones somáticas.

Por consiguiente, a lo que tenemos que responder en el curso de la Meditación es precisamente a esa experiencia mayor que conocemos como PRESENCIA DIVINA.

Por Divina Presencia se da a entender la apertura de la Conciencia en sus mayores dimensiones.

No hay error posible en torno a esta anchurosa experiencia. Estamos ante la Divina Presencia en todo momento, no obstante no podemos sentirla porque la conciencia no está debidamente despierta.

Tan pronto como se obtiene la Conciencia entramos en los más elevados estados del DOMINIO DIVINO. De hecho, la Divina Presencia es la confrontación de la conciencia individual con la Divina Eternal Presencia, también conocida como Conciencia Divina.

Esta experiencia es la más elevada forma posible de conciencia humana sobre la conciencia mental ordinaria. Verdaderamente marca el comienzo de lo que algunos místicos han denominado la “Conciencia Cósmica”, o el “Encuentro con la Mente Cósmica”,  si bien en modo alguno implica la más grande experiencia posible en las variadas formas de conciencia.

La Divina Presencia carece absolutamente de Forma alguna, y no es contactada por medio de los sentidos psico sensoriales. No es definitivamente una función Supra-sensorial. Eso es porque nos contiene, nos desenvuelve y permea, por decirlo así, dando a nuestra mejor conciencia un sentido de indecible grandeza y magnificencia Universal.

En el transcurso de esta experiencia perdemos completamente los sentidos de la conciencia, que es puramente operatividad y proyecciones mentales, sólo para ser sumergidos y engrandecidos por la Divina Presencia, que es infinita e indefinida.

Esta experiencia es como un flash. No obstante puede ser prolongada por medio de la intensa Meditación.

Tal experiencia siempre nos deja un sentido de vivir en profundidad y expansivamente, extendiendo así infinitamente los horizontes de la conciencia y los límites del pensamiento.

Esta experiencia nos enriquece en indecibles formas. Sólo la experiencia en sí misma puede provocar su merecimiento, y su incomparable significancia.

Kut Humi Lal Singh