Editorial:

El siguiente artículo fue publicado en Ariel No. 53 de mayo de 1.947 y como todos los que han servido de editorial a las anteriores ediciones de Ariel en la web, cobra permanente actualidad y significado, más allá del tiempo y del espacio. Que los seres humanos asimilen que nuestro genuino valor consiste en lo que somos, que se demuestra a través de nuestros actos, y no en lo que tenemos o en lo que pregonamos o pretendemos ser o saber. “Por sus frutos les conoceréis”.

 

¿Quien dijo Paz, Amor y Hermandad?
 

Tema de rigor para las concentraciones Culturales y Espirituales

El hecho de ponderar un principio o de vocear un ideal, no implica necesariamente que sea una realidad. Se pregona la DEMOCRACIA, pero no existe sino en forma utópica.  También se avanzan verbosas preceptuaciones religiosas y se amonesta con señeras promesas, pero esto no implica sino que lo ventilado es una posibilidad y merece ser una realidad. Así, la RELIGION no es otra cosa que un programa que le incumbe al devoto cumplir, realizar, y en fin vivir.

En las secuencias corrientes de la vida diaria notamos a menudo que las gentes se ufanan en pregonar ideales y defender preceptos morales, pero muy raras veces los vemos arreglar su propio comportamiento de acuerdo con sus tiradas líricas. Todo se reduce a una bella retórica circunstancial destinada a generar admiración por la feliz estilista con facilidades de propaganda. Empero, si analizamos bien la vida de estos pregoneros, veremos pronto que sus propósitos son juegos artificiales de intelecto, y, cual flores tropicales convenientemente realzadas en el regazo de una beldad hollywoodense - ¡ersatz democrático! - son en realidad atributos pomposos triunfalmente exhibidos pero que derivan su existencia por medios rapaces y abyectos. Así concebimos nosotros estas enseñanzas infulosas que pregonan grandes oradores y escritores, plenas de rimbombantes promesas y seductoras fantasías, que no obstante son simples orquídeas humanas, porque se alimentan de descomposiciones y morbosas condiciones.

¿Oímos incesantemente hablar de bellos ideales humanistas, de PAZ, de AMOR y de HERMANDAD? y ¿Qué resulta?  Los mismos que se ufanan en pregonar esos ideales, son los primeros en ignorarlos. Ni los comprenden, ni los practican, ni los honran, ni los viven.

¿De que sirve que invoquemos la PAZ Divina, o que instemos a las gentes a que vivan en paz, si en realidad no damos el ejemplo consolador y arrebatador con nuestras generosidades y el lábaro sacrosanto de nuestra comprensión espiritual y hermana? PAZ, pregonan por ahí y tratan al prójimo con insidia y con insultantes gestos. PAZ, cantan y luego tratan de demonios o de energúmenos a quienes no piensan como ellos.  Esta PAZ labial es burda porque es hija de almas nefandas y negativas.

Por doquiera oímos pregonar programas de LIBERTAD y promesas de REHABILITACION SOCIAL. No es poco decir en favor de la dignidad humana que haya siquiera el derecho sin obstrucción de divagar en alto y difundir tan geniales promesas, pero ¿Qué diremos de las desazones del alma que crean las promesas incumplidas y las dolorosas tragedias íntimas que generan ansias explotadas y las miserias provocadas que roen las entrañas humanas, sólo gracias a las mentidas verbosidades de apóstoles doctos pero sin dignidad?

También se pregonan las munificencias maravillosas del AMOR, y se clama por su entronizamiento ¿Pero acaso liquidan sus inquinas y sus predaciones fanáticas esas almas que se arrogan el derecho de aleccionar y guiar a los demás?  Hablan de AMOR con acentos fogosos, mientras su corazón se retuerce en envidias y odios inconfesables, y peor aún, nunca demuestran la validez de sus preces con gestos de perdón ni con resoluciones de rehabilitadora comprensión.

Otros se disuelven en fantasmagóricas expansiones ESPIRITUALES y pontifican sentenciosamente en nombre de Dios y de maravillas inconsútiles de los Universos, dando la impresión de poseer los secretos  y las claves todas de los arcanos de la vida.  No obstante, son incapaces de admitir la critica ni de tolerar el análisis científico de sus teoremas, porque además de rendir culto exclusivo al sofisma consideran insultante para su vanidad que se discuta sus marrullerías e impertinencias sentimentales.

Si de HERMANO se trata, es preciso precaverse, pues hay una infinidad de géneros sobre este particular, y aunque todos usan las mismas palabras, cada cual se fabrica su propio patrón. Ahí, como en los reflejos camaleónicos, cada cual presenta la pinta que le convenga y por nada en el mundo sería capaz de desviarse de sus dogmáticos reductos de preferencia. El sectarista no ve más allá de sus estrechos horizontes doctrinarios escritos. El filosofastro proyecta una línea circular y fija así sus condiciones, creándose un atuendo de conceptos que tienen más de payasada que de rigor ético. El convencido que propugna sus esferas conceptuales con diligencia ministerial también hará oír sus consignas y videncias oportunas, pero sin la tónica del más leve asomo de sinceridad, porque sólo repite fórmulas memorizadas y le tortura incesantemente la posibilidad de dar traspié en la apostasía. Diríase que nadie tiene el menor respeto hacia la Verdad, y cada cual profesa culto por el producto de su propia conveniencia, sin parar mientes en las necesidades ajenas, como si todo el mundo estuviese obligado a hacerles caso y a sometérseles. Sí, hablan de HERMANDAD, pero hermandad tal como ellos quieren, y si de LIBERTAD se trata, sólo conceden vigencia a la que ellos promulgan. Así, crean una hermandad viciada, porque se fundamentan en el amor propio, la vanidad y el prejuicio, y viabilizan una libertad convencional: "Te concedo el derecho a la Libertad en nombre de mis Sagrados Principios, pero te la niego en nombre de los tuyos propios", dicen con desenfado como si resonara en ellos la voz de la mismísima Divinidad.

Las naciones también se caracterizan por requiebros personales, pues cuando hablan de Libertad, Democracia, Ley, Justicia o Bienestar Humano, sólo hacen alusión a sus exclusivas conveniencias. Por eso tienen Fronteras, que son barreras destinadas a inmunizar a sus ciudadanos contra los exotismos vecinos que son, naturalmente, espúreos, detestables y monstruosos. Claro, como que cada nación hace y dice lo mismo en su propio provecho resulta que en dialéctica pura son sublimes magnificencias de soberanía, pero también son portentos de antitesis, pues hablan con sentido universal, pero se comportan con inteligencia de tribu parroquial. Sus propósitos son sanos como nacionalismo, pero son antagónicos a la dignidad humana por ser exclusivos e intolerantes con respecto al resto del género humano.

Las Iglesias también proceden del mismo modo, pues amonestan a sus feligreses sobre los peligros que ofrecen las demás denominaciones devocionales o confesionales, y a fin de evitarles el ser victimas de Ias predaciones demoniacales de otros cultos, les niega el derecho de investigar, consultar o analizar, so pena de castigos eternos en el infierno. En esto las religiones tienen ventajas sobre los nacionalismos, pues tienen de su lado a la Divinidad absoluta, que a nadie conviene incomodar ni poner en duda, a trueque, las naciones tienen que contentarse con fórmulas tabulatorias, o sea conceder pasaportes a sus nacionales, siempre que les convenga que salgan al exterior. Y cuando la gente viaja, a nadie se le ocurre preguntar si es un ser humano o si es persona honrada; basta con consultar el Número (¡más que el nombre!) y anotar el lugar de origen, que parece ser el de garantía, la marca de fabrica de este ente sin valor propio que es el ser humano ¡Lo mismo que se hace con las reses, con la diferencia que ellas no pagan pasaje ni se las obliga a creer en lo que no entienden!

Estamos en la era de la demagogia. Triunfa la retórica. Quien tenga la lengua mejor adiestrada en la ciencia de la oratoria es el que más merece ser seguido. La audacia, el prosaísmo insulso, la dialéctica estilizada, he ahí el alma de triunfo de los modernos lidiadores, y no importa el sentido de sus pregonerías, pues no tienen otra esencia que las conveniencias que encubren.

Durante la primera guerra mundial se hablaba de la “Ultima guerra por la Libertad", pero los vencedores nunca creyeron en tal cosa, y tampoco tuvieron interés en hacerla viable. Vino la segunda guerra mundial de este famoso siglo Cristiano, y esta vez se habló de la "Ultima guerra contra la guerra", y la Democracia se convirtió en slogan politiqueril de altos vuelos. Con todo, la tercera guerra mundial se esta incubando, precisamente por quienes ganaron la anterior y así el mundo vive (?) con ansias e ilusiones de Libertad, Paz, Amor, Hermandad y delicias democráticas, que deben dar grima a nuestros manes. ¡El mismísimo demonio debe preguntarse por qué usa la gente humana un lenguaje tan bonito y seductor cuando sus sentimientos y sus comportamientos son precisamente lo contrario!

Ha visto Usted, lector, un Católico abrazar a un Protestante, a un Mahometano o a un Budista, llamándolo Hermano, brindándole AMOR incondicional, y haciéndole objeto de las delicadezas de una genuina PAZ moral y espiritual?  ¿Conoce Usted de un Comunista que reconozca a cualquier no comunista el derecho a vivir? ¿Ha encontrado Usted alguna vez un pregonero sincero, que hable de Espiritualidad, Paz y Fraternidad, que condescienda en abrazar a su enemigo, o que sepa llamar "hermano mío" a cualquier investigador, y que se brinde a redimir a los criminales y a restañar las heridas de las almas atribuladas por los fardos irritantes de una civilización despiadada y decididamente salvaje? ¿Ha tropezado alguna vez con un Judío con alma de Samaritano, un Franciscano con corazón de paloma, o un Árabe con sentimientos sin reservas para con el Judío? Ha visto, en fin, jamás idealista que tenga sentido cooperativista y se preste de veras a una actuación mutualista? Diógenes no encontró ninguno con una linterna en pleno día, y a lo mejor nosotros tendremos que recurrir al telescopio del Monte Palomar en California.

¡Nada de pesimismos. La gente es muy buena. Lo que falta es darle la oportunidad de serlo!

Pr. Om Schernrezig Lind
Maha Chohan K.H.

 

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