FANATISMO, TERRORISMO Y REGENERACIÓN HUMANA
 

REFLEXIONES

Luis Eduardo Sierra S.
Presidente Mesa Directiva
ALIANZA UNIVERSAL

“En los actuales momentos urge enseñarle a los hombres que ni la religión ni la filosofía deben jamás hacerles perder el sentido más amplio de la vida, que solamente se logra mediante la solidaridad, la comprensión mutua y la cooperación humanitaria” Pr. OM Lind Schernrezig

Iniciado el esperado bombardeo contra Afganistán liderado por los Estados Unidos y Gran Bretaña, le fue reiterado en diversos tonos a la opinión mundial, por parte de las cabezas de estos países, que dicho ataque se efectuaría en forma discriminada contra las bases terroristas en el territorio Afgano. Lo que se temía es toda una cruenta realidad, las imágenes hablan por sí solas, los yerros en los ataques han ocasionado muertes en miembros de la Cruz Roja, las Naciones Unidas y en un hospital, hechos estos que por lo inocultables se convirtieron en noticia titular, mucho más notorio, desde luego, que los relacionados con las víctimas inocentes, NN ante el resto del mundo, ya sea que queden aplastadas por los mísiles o bien a través de la oleada de refugiados y desplazados, cuando no asesinadas por su propia guerra intestina, que a la postre tampoco tiene nada de intestina, si se miran sus causales y desarrollo histórico.

La razón de la fuerza apabullando a la fuerza de la razón es la nota tónica que más resonará todos estos días en el mundo desde los suicidas ataques terroristas el fatídico 11 de septiembre, protagonizados por fanáticos religiosos extremistas y que tuvieron como teatro el corazón de New York, en el pleno centro financiero mundial de Manhattan y en la sede del propio Pentágono, salvándose por suerte la Casa Blanca. La nación más poderosa del planeta y mejor armada, se encontró de súbito, en un abrir y cerrar de ojos, ante un escenario al estilo de las más espectaculares proyecciones de ciencia-ficción de Spielberg, sólo que esta vez la realidad superó la ficción, ante la ausencia de superhéroes que pusiesen fin a la tormentosa pesadilla que apenas comenzaba y que no termina. El mundo entero presenciaba impotente, estupefacto, incrédulo y atolondrado las imágenes que se repetían, segundo a segundo, ininterrumpidamente, en todas las cadenas televisivas. La indignación no alcanzaba límites. Luego, la tristeza, la ansiedad, el miedo, la angustia, la rabia. Ahora el orgullo nacionalista, los himnos patrioteros, la paranoia, el crack económico, el desenfreno belicista, los temores a nuevos atentados, que se han ido evidenciando, pero en esta ocasión mediante el uso del arsenal químico, en suma la confusión y el caos.

Y si extremadamente fanática y sobrepasando cualquier epíteto descalificador resultó ser la acción terrorista de los fundamentalistas talibanes, tanto o más fanática y terrorista puede llegar a convertirse la respuesta de la nación afectada en asocio con otras tantas naciones poderosas que solidariamente han ofrecido su concurso, si no se pone contén a la dignidad desbordada, control a la ira santa desatada y mesura a la mano justiciera. Los ataques llevados a cabo en Afganistán están haciendo prevalecer la brutalidad que justamente se pretende contrarrestar, por la sencilla razón que muchas víctimas están cayendo, tan inocentes como las caídas en los atentados señalados, además de los múltiples daños de todo tipo que toda guerra ocasiona. No en vano se afirma que en ninguna guerra hay ganadores. Todos pierden algo, en menor o mayor proporción.

Las palabras del Presidente Bush advirtieron al resto del mundo, o se está a favor de la posición asumida por los diplomáticos de la Casa Blanca orientada hacia una arremetida violenta contra Afganistán y todos los grupos terroristas en el mundo, o se está a favor de los terroristas. Tal posición es extremista, como extremistas son las posiciones de los talibanes. No deja espacio para disentir, para la búsqueda de alternativas, para el ingenio, la imaginación y la creatividad humana en procura de fórmulas que, sin dejar de hacer pronta y contundente justicia, ocasionen el menor daño posible en todas partes. El Presidente Bush se erige en juez supremo, absoluto, omnipotente, en su verbo infalible y su afán de “justicia infinita” o “paz perdurable”, como se le quiera rotular. Para Osama Bin Laden y sus secuaces, su guerra contra los “infieles” es tanto o más “santa” y “justiciera” y nadie les hará cambiar su postura, pues en ello radica su fanatismo e intransigencia.

En la historia humana, en el nombre de Dios, Ala o Cristo y de la religión en general, se han cometido las peores atrocidades. Tal parece que para lo único que ha sabido ponerse de acuerdo el hombre es para odiarse y combatirse en nombre de credos, nacionalismos, partidismos, razas, clases sociales, clubes deportivos, ismos de toda clase, etc. La torre de babel vocifera al unísono, en una sola lengua, erutando rabia, cuando de guerra y odio se trata.

Cuando se carece de la inteligencia suficiente y necesaria para solucionar los problemas y las diferencias, y alcanzar soluciones inteligentes, se opta por el recurso de la fuerza bruta, la violencia sin freno, señal inequívoca de desespero y emociones mal dominadas, condiciones estas deben estar ausentes en todo genuino líder que procura el bien general. No es prudente incitar a nacionalismos belicistas a personas aturdidas por el terror y la angustia. Debe haber momentos para la pausa y la reflexión que permitan encontrar la brújula y marcar el norte. En condiciones semejantes son cuando más debe aflorar la ecuanimidad, el autocontrol, la claridez mental, para tomar más acertadas decisiones y evitar que el desespero genere acciones que provoque daños aún mayores que los ya infligidos. Cualquier decisión adoptada asume proporciones vitales ingentes, en términos de salud mental y física, en términos de convivencia, en términos económicos y en términos de vidas humanas. El Dr. Marcos, responsable de la salud en New York, ha hecho hincapié en la necesidad de superar la actual perturbación mental, que se traduce irremediablemente en enfermedades somáticas. No hay duda, urge siempre cuidar de nuestros pensamientos y del mental en general para no incurrir en desarreglos de la salud física.

No encontraron eco las desgarradoras palabras emitidas por la Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas en uno de cuyos apartes expresan: “Desde nuestro punto de vista, un gran e indiscriminado ataque militar en un país que ha enfrentado desastres permanentes en más de dos décadas no será un asunto de orgullo. Nosotros no pensamos que un ataque sea la expresión del deseo de los estadoudinenses. El gobierno de Estados Unidos y la gente debería saber que hay una diferencia entre Afganistán y los terroristas criminales de Yejadi y Talibán. Mientras nosotras anunciamos nuestra solidaridad y profundo dolor con la gente de Estados Unidos, creemos que atacar a Afganistán, asesinar a implicados con Osama Bin Laden, no va a disminuir el dolor y la pena que llevan los estadoudinenses. Nosotras creemos sinceramente que los buenos ciudadanos de Estados Unidos pueden diferenciar entre los afganos y un puñado de terroristas fundamentalistas. Nuestro corazón está con los estadoudinenses”.

Tales palabras de parte de quienes han sufrido la atroz oclusión mental del régimen militar impuesto por los talibanes desde cuando su milicia fundamentalista derrocó el gobierno de Burhanuddin Rabbani en Kabul en septiembre de 1996, declarando su supuesta misión de aplicar rígidamente la Sharia, ley islámica que hace su propia interpretación del Corán, no alcanzaron a taladrar el adolorido corazón de los diplomáticos de los Estados Unidos y de todos los pueblos del mundo. Causa honda consternación la increíble discriminación a que es sometida la mujer afgana al observar sus imágenes con sus cuerpos totalmente cubiertos de pies a cabeza con la burka, para que no despierten la lascivia de los hombres, que disponen del poder de apedrearlas o golpearlas hasta causarles la muerte si dejan asomar una mínima porción de su epidermis o suscitar el enojo de algún macho. Tienen negado el acceso a la educación, a trabajar, a salir solas, al uso de zapatos no silenciosos para no llamar la atención, a conducir vehículo o a mirar directamente a un hombre que no sea integrante de la familia, todo ello desde 1996. Fueron destruidos los televisores, el cine, el teatro, la música que no tenga que ver con su religión.  Con todo, levantan su voz digna desde la clandestinidad a fin de no sufrir suplicios peores que los que ya vienen padeciendo por sus coterráneos, ésta vez por parte de “naciones democráticas” que pretenden administrar justicia.

La historia de Afganistán esta matizada por los fracasos, desde que Gran Bretaña decidió invadirla en 1838 y posteriormente en 1878 ante el temor de que Rusia tomara el control. Un siglo después Leonild Brezhnev ordenó su propia invasión para establecer un gobierno de izquierda en Kabul, provocándose la reacción de los Estados Unidos mediante el apoyo a los rebeldes a través de Pakistán. Hoy Estados Unidos combate a sus antiguos aliados nuevamente con la ayuda de Pakistán, país que a su vez fue el primero en el mundo en reconocer oficialmente al régimen Talibán una vez ascendido al poder. Gorbachov tuvo el tino para ordenar la retirada en 1988 de la guerra de guerrillas desatada. Británicos, soviéticos y norteamericanos han subestimado la complejidad de Afganistán.

Pero la situación de la mujer afgana no difería mucho de la de su vecina Pakistán, que sólo hacia 1988 lograron un cierto status social y político que llevó precisamente a Benazir Bhutto a constituirse en la Primera Dama y símbolo de estos cambios, a pesar de los radicales islámicos que enarbolan como lema: “desgraciado el país que es dirigido por una mujer”. La joven nación Paquistaní tampoco sale bien librada de su historial trágico. Dos siglos perteneció a la India, convirtiéndose luego en enemigos que enfrentaron antes conjuntamente la colonización británica. Luego viene la separación en el 71 con la transformación de la Pakistán Oriental en Bangladesh después de sangrientas masacres. Cada gobierno se levanta sobre el golpe de estado al anterior. Corrupción, guerra entre zunitas y chiítas que se multiplica, crisis política, confrontaciones religiosas ....

Se escuchan voces que aseguran que el mayor interés en desestabilizar Afganistán y montar la Alianza del Norte radica en la instalación de bases permanentes en la zona que permitan vigilar una posible cooperación entre Pakistán y la China. Algunos ya se aventuran a pronosticar que la nueva guerra tendrá como adversarios a China y Estados Unidos. Otros afirman que la guerra en Afganistán hiede también a gas y petróleo. La pacificación de Afganistán significaría el avance de muchos proyectos: petróleo y gas en el Mar Caspio, de Turkmenistán y de Kazajstán hacia Pakistán, India y otros mercados, evitando así rutas costosas y arriesgadas como Irán, Cáucaso y Rusia. El plan de construcción de un gasoducto de US $ 2.000 millones para bombear gas a Pakistán a través de Afganistán, en una obra de ingeniería de 1.400 Km. de longitud. Coincidencias que se asimilan con la Guerra del Golfo en 1991, que si bien tuvo como fachada la liberación de Kuwait de la invasión Irakí, con la entonces denominada “Operación Tormenta del Desierto”, sus miasmas han olido a petróleo todo el tiempo. UNICEF calcula que no menos de 4.500 niños irakies mueren cada mes como resultado de las sanciones impuestas. Entre tanto Saddam Hussein se perpetúa en el poder y el apoyo dado a los Curdos y las rebeliones Chiitas no significaron el cambio de régimen. Por el contrario, la represión gubernamental fue violenta y aplastante ¿Se repetirá el libreto en Afganistán con el Sr. Bin Laden y el apoyo a la Alianza de Norte? ¿De que ha servido el bloqueo impuesto a Cuba, pequeñísima isla separada por escasas millas marinas de Miami, orientado a destronar al ya legendario dictador Fidel Castro, o morirá de viejo y decrépito dejando bien posicionado a su hermano Raúl como sucesor?

El otro gran drama que surge paralelo es el desplazamiento creciente de refugiados Afganos,  adportas de la muerte, ya no a causa de los Talibanes o las bombas de las naciones democráticas, sino del hambre y toda suerte de condiciones insalubres, además de la amenaza que se cierne por las condiciones climáticas que se aproximan. Se asegura que si las fronteras Pakistaníes fuesen reabiertas, los 2.5 millones que hoy en día se refugian en ese país se duplicaría como por encanto ¿Existen acaso hechos que imputarles a estas criaturas por los desafueros de los extremistas? Más bombardeos deben efectuarse cuanto antes, pero esta vez con medicinas, ropas, alimentos y demás elementos que les permitan soportar el vendaval de pasiones que les convierte en míseras víctimas. La imprescindible, pronta y eficaz ayuda que se requiere en estos casos siempre resulta insuficiente, tardía e ineficiente. Ayuda sicoafectiva y medios de resocialización son imperativos y no admiten ni discusión ni dilaciones.  De la misma manera en que se levantan embargos acorde con la conveniencia del momento, así como Estados Unidos redujo la deuda externa a Egipto cuando la guerra del golfo y lo hace hoy en día con Pakistán como retribución por el uso de su espacio aéreo y lo está haciendo con la India para evitar diferencias... de igual manera debiese proliferar generosa y proporcionalmente las ayudas humanitarias.

Con los ataques implementados por los países aliados, el Tribunal Supremo Afgano ya no podrá desarrollar el juicio que se había interrumpido por los ataques del 11 de septiembre contra ocho cooperantes extranjeros de una organización humanitaria, acusados de propagar el cristianismo entre sus huestes. No se volvió a saber nada de estos pobres miserables. ¿Hasta dónde puede alcanzar la intolerancia y el fanatismo religioso? Pero no menos cruel y absurda resulta ser la discriminación a que se viene sometiendo en la actualidad a los musulmanes residentes en varios países del mundo por parte de rígidos nacionales y que han obligado a la intervención oportuna y repetida por parte de Presidentes y dirigentes a fin de que se entienda que la guerra no hay que declarársela al Islam y a quienes en forma honrada y sincera la practican sino a los grupos terroristas. Basta con que el aspecto físico de una persona se asemeje a la de un musulmán para quedar sometido a escarnio público. Los líderes mundiales de todos los pelambres deben pronunciarse aportando su lucidez, orientaciones, inspiración y acciones que contribuyan a sanar el odio y cicatrizar las heridas que permitan vislumbrar desde un sitial desapasionado, comprensivo y compasivo.

El libro escrito por el autor libanés Amin Maalouf: “Identidades Asesinas”, publicado en España por Alianza Editorial en 1999, hace un aporte extraordinario a través de su denuncia de la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en nombre de una etnia, lengua o religión. Una locura que recorre el mundo de hoy, desde Líbano hasta Afganistán, desde Ruanda hasta Yugoslavia, incluida la Europa que navega en procura de una casa común y el resurgir de localismos en países como el Reino Unido, Bélgica o España. Este libro constituye un llamado a la tolerancia, y debiese convertirse en texto de estudio en escuelas y universidades y en todas las iglesias y vertientes religiosas.

Nadie duda en que se debe impartir justicia y que cuanto antes mejor a fin de evitar nuevas locuras. Pero no se puede ser juez y parte cuando la vara usada es agitada por el odio, y cuando las heridas supuran rabia y afán de venganza. Si el terrorismo tiene el carácter de internacional, como de hecho lo es por cuanto es la especie humana, indistintamente, la afectada, debe ser una Corte Penal Internacional la llamada a calificar a las organizaciones o individuos como terroristas y a impartir pronta y eficaz justicia. Lamentablemente las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad son entes politizados que responden prioritariamente y exclusivamente a los intereses de los más poderosos, que no necesariamente y difícilmente corresponden precisamente a los del grueso de la humanidad. Están en deuda las naciones que no han suscrito aún el  acuerdo celebrado en Roma en 1998, entre ellas los Estados Unidos, que crea la Corte Penal Internacional y que precisa de la ratificación por parte de 60 naciones, de las cuales sólo lo han hecho 36 a la fecha, para que entre en pleno vigor. Este debiese ser el escenario propicio donde se ventilasen todos estos temas y se tomaran las decisiones del caso, pero para ello sería indispensable que estos tribunales no estuviesen al amparo de los políticos de turno para su financiación y orientación, sino más bien que lo conformen las mentes más preclaras y genuinamente sabias, los grandes lideres reconocidos de la humanidad, sin para mientes en su nacionalidad, raza, credo político o religioso. Queda acá el sabor amargo que produce el hecho de que sean unas cuantas naciones, precisamente las naciones más poderosas militar y económicamente, quienes han decidido los ataques contra Afganistán y no un Foro Internacional con la intervención de un Ejercito conformado por todas las naciones del mundo.

El Premio Nóbel de la Paz recién concedido a la ONU y a su Secretario significa más el imperativo de que la ONU cumpla con el propósito para el cual fue creada, que un reconocimiento al cumplimiento de dicho propósito. Basta observar el articulado de sus estatutos para concluir cuan lejos se esta en materia de realizaciones. Mírese el Preámbulo, cuando fue creada la ONU el 26 de junio de 1945, al terminar la segunda guerra mundial, que le ordena “Unir nuestras fuerzas para mantener la paz internacional y la seguridad”; “Reafirmar la igualdad de las naciones, grandes y pequeñas” y “Garantizar que la fuerza armada no sea usada, salvo en el interés común”. El artículo 34 señala que corresponde al “Consejo de Seguridad” investigar cualquier situación que pueda llevar a una pugna internacional o de lugar a una disputa, en fin, da papel protagónico a este organismo de la ONU para que sea el canalizador  y determinador de las acciones a llevar a cabo en los casos de conflictos.

En documentos que hacen parte de los archivos de la Alianza Universal, y que se constituyen en motivos de meditación y puesta en acción, se puede leer: “Si bien, de ninguna manera interesada en política, la ALIANZA UNIVERSAL ha contribuido considerablemente hacia la estructuración y desarrollo de la ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS. Comprendemos, naturalmente, que sólo una superestructura internacional puede aportar algunas medidas de restricción entre las muchas naciones, así como una asistencia mutua en tiempos bien sea de caos político, discriminación racial, absolutismo religioso y supranacionalismo, o bien de amenazas superarmadas. Además, todas las naciones deben ser sumadas en el ascenso de la Dignidad Humana y en encontrar el recto curso moral y los debidos propósitos espirituales. Es por esto que la ALIANZA UNIVERSAL difunde periódicamente Mensajes especiales de Guía a las naciones y gentes de todo el mundo, además de sostener Meditaciones Mensuales para el fortalecimiento y mayor éxito de la Organización de las Naciones Unidas”.

“La Organización de las NACIONES UNIDAS es incuestionablemente una necesaria institución operacional a través de la cual todas las naciones del mundo alcancen un mejor entendimiento de sus propios problemas y puedan encontrar soluciones de interés mutuo. Si no existiera, tendría que ser establecida. Sin embargo, debería ser implementada con una Legislación Mundial y funciones Ejecutivas así como con un Tribunal Mundial y una Fuerza de Policía Mundial”.

El nuevo azote que se erige azarosamente y que viene cobrando víctimas en forma ascendente se deriva ahora de la guerra biológica, en esta ocasión mediante el uso de la bacteria del ántrax, y que deja muy mal parado al Pentágono y a la CIA en sus investigaciones tecnológicas al respecto. Y es bueno recordar acá que en Julio del presente año, seis meses después de estar en el poder el Presidente Bush, rechazó la ampliación del tratado de prohibición de armas biológicas de 1972 (Convención sobre Armas Biológicas, iniciativa del entonces Presidente Richard Nixon y firmada hoy por 140 países) por considerarlo inapropiado y en contra de los intereses norteamericanos. Bush declaró que Estados Unidos no iba a suscribir las nuevas condiciones por los riesgos que esto implicaba para los secretos de sus sistemas de defensa biológica y de su industria farmacéutica. Hoy en día ha mutado su posición con ocasión de la propagación del ántrax en sobres de correo, procurando concesiones a los países aliados en la OTAN con el objeto de abrir consulta en la Unión Europea para reforzar, ahora sí, la prohibición global de la guerra biológica. Queda ahora preguntarse si todas las prohibiciones y legislación nueva que se emita será para aplicarla a ciertos países y evadirla o ignorarla por parte de los países dominantes, a lo mejor bajo la fachada de investigaciones orientadas exclusivamente a la defensa, que les permita producirlas, almacenarlas y en el peor de los casos utilizarlas.

Si los gobiernos y naciones dedicaran un 10% o menos de los esfuerzos y recursos que destinan a la guerra, para rehabilitar al hombre mediante un serio programa educativo y regenerativo, el mundo se convertiría en un paraíso. Cuanto ingenio y dinero invertido en la invención de armas sofisticadas y cuantas millonadas más en conferencias y meetings para no usarlas. El ser humano no necesita de más leyes y tratados, todas estas quedan innecesarias si se procediese a cultivar precisamente al ser humano, a dotarlo de comprensión y compasión, de sentimiento e inteligencia, de dignidad, sinceridad y carácter. He ahí donde deben destinarse y aplicarse los recursos de todo tipo si se quiere una humanidad rehabilitada y apoyada sobre bases firmes y certeras. En síntesis, el prerrequisito a través del cual surgen las genuinas soluciones pasa por volver al ser humano verdaderamente HUMANO.

Las últimas investigaciones de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas en los Estados Unidos señalan que las drogas ilícitas le cuestan al país 52.000 muertes al año y US $110.000 millones de dólares. Ocho veces más muertes que las ocurridas el 11 de septiembre, sin que se provoque una reacción espectacular, no ya para combatir la producción sino fundamentalmente el generador del narcotráfico, el consumo, pero esta vez mediante la educación y rehabilitación de los afectados más que de las fumigaciones aéreas con glifosato e innumerables restricciones y castigos a los países productores. Por dos décadas, los adictos a la heroína en los Estados Unidos, pasando por alto lo inherente a la Cocaína, se estimaron en 600.000, pero en 1998 nuevos estudios incrementaron la cifra a 980.000 adictos y 220.000 consumidores causales. He ahí un trascendente frente hacia el cual dirigir recursos y esfuerzos sin hacer daño a nadie y con el éxito asegurado.

En todas partes existen personas dignas de admiración en su humildad, en su esfuerzo superativo de incontables dificultades, tanto como en su capacidad de reflexión. Pero estos acontecimientos revelan la ignorancia que tenemos de las condiciones mutuas, cuando se ven los diplomáticos corriendo de país en país, levantando embargos, únicamente al antojo de intereses circunstanciales. Tantos muertos en otras latitudes, que se llame Ruanda, Sierra Leona, Congo, Chechenia, Colombia, Argelia..., no tuvieron ni tienen el poder de desatar una tal movilización general en aras a un contén, a un cesamiento de tan cruentos horrores.

Desde una región como Colombia, azotada por una interminable guerra en la cual intervienen factores internos y externos que no vienen al caso mencionar en esta oportunidad, que cobra matices cada vez más dantescos, sitiada por un terrorismo atroz que vomita cadáveres incesantemente día a día, muchos más que los silenciados el 11 de septiembre en los Estados Unidos si se toma en cuenta las aproximadamente 40.000 muertes violentas de cada año, para no mencionar el incremento incesante de desplazados por la violencia, secuestros, extorsiones, pueblos bombardeados, pueblos fantasmas, miseria galopante, terror, etc., desde esta pequeñita parcela del mundo, enviamos nuestras mejores vibraciones al pueblo de los Estados Unidos y le invitamos a que cauterice sus heridas, por profundas y desgarradoras que puede ser, a fin de que se produzca la requerida higiene mental que les permita sanarse y resurgir, actuando siempre en consonancia con los mejores ideales que moran en cada uno de los norteamericanos y de todos los seres humanos indistintamente, pues al final de cuentas se trata de una sola y misma HUMANIDAD, a pesar de todo.

Bajo el lema de “superación” o de que “la vida continúa” o de que “se tiene que volver a la normalidad” anida, demasiado a menudo, un afán de volver a la rutina de antes, a veces a la vulgaridad de la vida superficial, desprovista de sentido. El colapso de dos gigantes torres no tendría sentido mayor, en términos de la susodicha civilización, si no fuese fundamentalmente por las vidas truncadas y el desgarro producido en amistades y familiares, además de las causas que abrieron tan pasmosa herida, el abismo del desconocimiento y de los prejuicios en los cuales están sumidos los pueblos, religiones, grupos, entre sí, ignorantes mutuos de sus realidades y de los valores que invocan.

El presente artículo no incurre en condolencias y votos sinceros puesto que más que una resonancia de opinión o sentir noble frente a acontecimientos que cobran eco en el ámbito mundial,  es una invitación de conciencia a un foro de reflexión de proyección mundial que requiere, además de los más esclarecidos pensamientos y nobles sentimientos, una acción conjunta decidida de los elementos involucrados. Esta invitación a la vida plena y vibrante, cósmica, es al propio tiempo una plegaria para abandonar los exclusivismos comunes. Rehabilitación Humana y Unión Espiritual Universal, o caos moral, intelectual, económico, social y espiritual.

“En nuestra incansable dedicación para la causa del ideal de la rehabilitación integral de la humanidad, es obvio que no podemos dejarnos vencer por ninguna dificultad, y mientras haya en este mundo injusticia o caos social, incertidumbre económica, confusión  ideológica --- que sea sectaria, ortodoxa, geonacionalista o de cualquier partido político --- o miseria, totalitarismo, fanatismos intransigentes, dogmas agresivos, imperativos promovidos por la violencia, guerras y organizaciones expresando infames discriminaciones, pasiones instintivas del odio y del orgullo o un simple egotismo, la Unión de Servicio Universal será un concepto y una acción indispensables e inevitables” Pr. OM Lind Schernrezig