INTERESANTES EXPERIENCIAS CON LA FALSA YOGA
Maestro Kut Humi Lal Singh
El poder de seducción de la palabra Yoga es ahora excepcional. Como quiera que se suele asociar la Yoga a la “magia fakírica” y los teosofistas la presentan como una “ciencia milenaria de la fabulosa India”, es natural que se ignore por completo su verdadera esencia filosófica. Además, al presentar el hatha yoga cual panacea única para adquirir “permanente juventud, vigor, belleza, poderes mágicos, salud inquebrantable y dicha perfecta” se logra interesar a las masas por su lado flaco. La propaganda mercantil se encarga de crear el clima, el deseo, el motivo y en fin el ansia de logro.
Sin embargo, dígase lo que se quiera, a pesar de la abundancia de material impreso sobre Yoga, no existe todavía una clara comprensión de lo que se trata[1]. Muchísima gente toma la Yoga según sus particulares intereses o conveniencias, y se da el caso que distintos autores la consideran desde distintos puntos de vista. De todos modos, se trata sobre todo de hatha yoga, raras veces de las otras 40 clases de Yoga, y esto se debe desde luego al hecho de que la gran mayoría de los difusores son autores teosofistas, que se interesan sobremanera, como bien se ve, en la Hatha Yoga[2]. Últimamente, los autores netamente hindús, sin dilución por los estudios y el sectarismo teosofista, vienen produciendo nuevas oleadas de obras, pero con un carácter obviamente místico y religioso en las cuales se habla de yoga tan sólo en un sentido genérico.
En México, nos fue dado familiarizarnos de primer intento con la Yoga. Era en un Club Social de los que se denominan elegantes y chic. Ahí, se acostumbraba después del tenis hacer algo de gimnasia. Un día fuimos invitados por unos amigos a participar a un sector muy exclusivo, donde se practicaba hatha yoga, unas acrobacias que nos parecieron bastante peregrinas y desconcertantes. La compañía era agradable, así que hicimos como los demás. Unos meses más tarde descubrí que se me consideraba un “iniciado”, tal vez por nuestro modo franco de expresarnos. Se nos invitó a ser Miembros de la Sociedad Teosófica, a lo cual no accedimos, pues no nos interesaba pertenecer sino a organizaciones científicas. Nuestra negativa constituyó uno de los mayores errores de nuestra vida, pues empezamos a ser mal vistos. Todo el mundo nos rehuía, y tuvimos que darnos por vencidos, no volviendo a salir a la calle. La hostilidad contra nosotros era total, y que sepamos no hemos cometido ningún delito ni siquiera en sueño.
Comprendimos mejor el alcance de nuestro “error” en México, varios años más tarde, estando en Alemania. Un día nos busca una bella joven persona para una consulta de carácter exclusivamente espiritual. Por qué no, si nunca hemos negado buen consejo a nadie. Se trataba de interesarme a dictarle una conferencia a un grupo de naturistas, y se quería conocer nuestros honorarios. Contestamos sencillamente que no nos gusta la publicidad teatral y que preferíamos que todo fuese en familia, y quedamos comprometidos para una fecha próxima. Al ser llevado al lugar indicado, encontramos muchos tupidos bosques, varias piscinas llenas de gente, pocas casas, y en fin, unas dos mil personas de todas las edades y tamaños sin más ropaje que una franca mirada y sonrisas frescas, por no decir extrañamente amigables. Era un campo de nudistas, y nuestra llegada era muy esperada pues se nos acogió con extrema deferencia y muchas marcas de distinción. Ya en la comida como en los juegos y las conversaciones gozábamos de cierto derecho preferencial. En la tarde, al bajar el sol y cuando las avecillas comenzaban a entonar su mejor sinfonía, se nos solicitó “unas lecciones de buena yoga”.
¿Por qué “buena yoga”? ¿Acaso existe una Yoga nefasta o diabólica? Preguntamos. Todos los rostros se cayeron y se hizo un profundo silencio, como si la risa estridente que acompañaba nuestras preguntas había sido hiriente u ofensiva. La misma linda joven que nos había visitado se levantó; no la habíamos reconocido antes entre tantas otras beldades germánicas desnudas, sin el menor artificio de afeites o de hipocresía social. Nos dijo: Señor, nosotros lo conocemos a Ud. muy bien a través de sus muchas obras, pero Ud. no nos conoce, por tanto no pueden sus sabias palabras sernos ofensivas jamás. Lo que ansiamos aquí, ahora mismo, es que se nos diga que es Yoga, y si el HATHA YOGA es conveniente, pues hay quienes pretenden que es una práctica religiosa o mejor dicho sectaria hindú en extremo inmoral”.
Con un gesto comprensivo, indiqué a la simpática muchacha que nos bastaba para sintonizarnos con la asamblea. Dimos algunas explicaciones, ciertamente, no sin antes aclarar que eso de la moral es asunto elástico, pues es supeditado a conveniencias sociales y personales y era también un asunto de higiene física y mental, además de constituir una norma individual de comportamiento ético e ideal. Se vive como se prefiere, y el individuo escoge la comunidad de su conveniencia cuando no puede acomodarse a la de su herencia o del ambiente.
Al tratar de hatha yoga recibimos verdaderas ovaciones casi unánimes en señal de aprobación. Las excepciones las formaban personas que se empeñaban en introducir la “sapiencia Divina de los teosofistas”. Dejamos bien sentado una vez más que los teosofistas tienen derecho a fabricarse una hatha yoga sui generis, si así les interesa o conviene. No bien acabamos de decir esto que se armó una de Troya, pues unas voces comenzaron a rugir mientras otras personas preferían gritar “No, No, No aquí”[3]. Una dama anciana nos pidió la palabra, y dijo con una voz cantarina y dulce como si hablase una doncella de 18 abriles: “Si los teosofistas quieren su HATHA YOGA, ni nosotros ni Dios les impide salir con su gusto. Pero no creemos bueno admitir aquí un precedente de engaño y de violencia. Ahora que conocemos mejor lo que hay detrás de la propaganda hatha yoga, resalta a la vista que entre nosotros no puede ser admitido nunca elemento creador de discordia y desarmonía. Somos gente sensata, moral y libre, y no creo que debemos dejarnos imponer algo que no conviene a nuestra dignidad, a nuestra cultura ni a nuestras costumbres. Quienes tienen temperamento para otras cosas, que se excluyan, que se vayan y no vuelvan más. Y si el Hatha Yoga se entroniza algún día entre nosotros, pueden estar seguros que ni yo ni mis amistades volverán a poner los pies aquí”. Estas palabras fueron saludadas con extremo júbilo, y gritos de aprobación. La persona que había hablado era la Presidenta de la organización.
Parece que un grupo de teosofistas pretendía imponerse, utilizando artimañas y hasta la incidia, la calumnia y la violencia. Sin saberlo, fuimos árbitros de una enojosa situación. No fue sino unas semanas después que volvimos a encontrar a la Señora Presidente, en traje de calle, quien nos explicó mejor la trama, y de paso nos advirtió que los teosofistas no nos perdonarían nuestra “intromisión en sus asuntos”. Nos habló de “intentos de perversión de menores”, de “chantaje”, y de “pretensiones de someterles a una dictadura de afuera”, indicando a “esos fanáticos teosofistas” como los culpables. En efecto, sufrimos asaltos de calumnia y difamación, y nuestra casa fue saqueada y nuestras cosas sacadas en el patio desaparecieron en cenizas y humo. ¿Pero por qué tanta venganza? ¿Por qué tal odio? ¿Se trata acaso de una nueva forma de inquisición? En resumen, no hicimos sino enfocar el tema del hatha yoga de manera científica. ¿Si nos equivocamos, no es acaso el deber del que cree saber enseñar a quienes yerren? ¿Por qué no combatir más bien a la ciencia, que es más perdurable que nosotros? Forzoso es preguntarse si esta violencia sistemática no encierra algo más que fanatismo, sino un formidable racket. ¿Qué otra explicación darle a la saña virulenta de esos místicos? ¿No les dolería demasiado acaso que su imperio mercantil sufriera con la baja de la venta de sus múltiples libros sobre hatha yoga? Estas son otras tantas incógnitas que reclaman respuestas satisfactorias, a las cuales la humanidad tiene amplio derecho. No acusamos: hacemos revelaciones de hechos concretos que exigen una debida encuesta policial, pero dejamos a cada persona perjudicada el derecho y la obligación moral de hacerlo cada vez que sus intereses materiales, morales o espirituales sean perjudicados. Desde luego, si cada persona afectada en su salud por el hatha yoga recomendado en libros e Institutos de hatha yoga hiciera una denuncia policial y una reclamación judicial, la Sociedad Teosófica sería bien pronto arruinada y castigada como lo merece, ya que ni el Karma ni el Dharma parecen muy activos por el momento por ahí. Tal vez haya quien bostece y espete: “Bueno, y ¿qué tiene que ver todo esto con la salud, el vigor juvenil, la belleza seductora y la felicidad mayor, que es lo único que interesa en el hatha yoga”? – Precisamente, es lo que nos preguntamos desde el inicio, pero la verdad es que solo vemos lo contrario de lo prometido, y nos duele que se engañe a la entera humanidad de manera tan cínica y horrorosa. Lo único que cabe recordar aquí es la inscripción que reporta haber visto el Dante en el frontispicio del infierno:
“Per me si va nella citta dolente.
Per me si va nel eterno dolor
Per me si va tra la perduta gente”.
La hatha yoga ha hecho furor en la URSS, y hasta la Academia de Ciencias la estudió. Gran honor para la teosofía, que a pesar de su índole religiosa nunca fue molestada. En 1962, sin embargo, las autoridades policiales dieron una batida contra una por demás próspera iniciativa de “cultura yoga”, pues demasiadas jovencitas desaparecían de sus hogares y de las fábricas. Se descubrió que un ingeniero bien conocido había encontrado la manera de reclutar gacelas para iniciarlas a las delicias de la vida fácil. No solo pervertía a las jóvenes, sino que comerciaba con ellas, pues tenía establecido un buen servicio “a domicilio”, para solterones de bien entrenadas seductoras que conocían la “ciencia yoga” a la perfección. Reclutaba a base de promesas de un buen futuro de bailarina y de “secretos mágicos que permiten dominar a la gente a voluntad”. Esto se parece como dos gotas de agua al pingue negocio de “perversión de menores” montado por el teosofista Michael Ivanoff en su Escuela Divina y el “Mesías de la edad acuario de la Ferriere” en el Sur de Francia y Venezuela. Tras del descubrimiento de esta escuela de vicio, los soviéticos empezaron a hablar pestes del hatha yoga y lo prohibieron, no por motivos de moralidad social seguramente, pues hay por ahí casos muy peores, sino más bien por el hecho de no poder contar ya ni en la yoga para creer en una posibilidad de regeneración de la humanidad[4], ilusión esta que les era muy querida, aunque no se atrevían a confesarlo abiertamente.
Otra experiencia de las más ingratas y trágicas, digna de ser contada, es la que envuelve gran número de gente y que nos situó en cierto sentido como protagonistas involuntarios. Se trata de la notoria Escuela Divina, de Isgrev, Niza, Lausanne, etc., creada y dirigida por el búlgaro Michael Ivanoff o Ivance, autor de diversas obras de teosofía y cábala. Ahí, nuestra humanidad vino a dar con “reencarnaciones” de Juana de Arco, Cleopatra, Tutankamón, María Antonieta, San Juan y Venus, además de San Miguel, y encontramos potentados industriales, figuras de las finanzas internacionales, líderes políticos muy en boga, artistas, campeones, hombres de ciencia, exploradores, y simples turistas que sin duda alguna no venían ahí de romería o como peregrinos. Algo les atraía seguramente. ¿Cómo no había de extrañarnos esa afluencia de gente adinerada en un lugar donde ni la cultura ni la genialidad artística, inexistentes, podían servir de epicentro de interés humano? El ambiente moral era, desde luego, de lo más deplorable, y la divagación mística destellaba en cada grupito así como en todas las tertulias.
Cada cual hablaba de sus sueños, de sus reincarnaciones pasadas, de los libros teosóficos que leía, o de sus matutinas adoraciones al sol. Ahí, el gran motivo de atracción era o es la paneuritmia griega, y la yoga la nota final o esotérica de la “iniciación espiritual de las almas hermanas o gemelas”. Fuimos invitados en 1947 para dar lecciones “esotéricas de yoga”, mas no pudimos llenar nuestro cometido por el simple hecho de que nuestra yoga era demasiado científica, además de que nos chocó profundamente la manera de “iniciar” a las mujeres jóvenes, con bailes privados en traje edénico y shows de bataclán al desnudo en los bosques de Versalles, y nuestra crítica provocó profundos malestares en esa “Escuela Divina”. Por otra parte, no agradó a la Sociedad Teosófica nuestra actuación en París, y empezó a denigrar y combatirnos acerbamente, no sabemos bien si en defensa de las inmoralidades que condenamos en esos ambientes místicos teosóficos o si era por el hecho de rehusarnos a enseñar hatha yoga. Sufrimos una campaña de calumnias y difamación sin conmiseración, y fue tanta la saña y la malevolencia de esos Maestros de Sabiduría Divina, que algunos familiares de las jovencitas víctimas de inmoralidades se hicieron eco de la “perversión de menores” que fuimos los primeros en revelar al gran público – hicieron diversas denuncias ante las autoridades judiciales. El Gran Maestro Teosófico fue encarcelado bajo la inculpación de proxenetismo, enviciamiento de mujeres, perversión de menores, vicios, etc.… siendo juzgado y condenado a tres años de prisión, a despecho de todas las influencias políticas, de incontables falsos testigos pagados a precio de oro y todo el peso de recomendaciones internacionales prestigiosas agenciadas por la Sociedad Teosófica, la cual fue desde luego el “testigo moral y espiritual” número uno en favor del sátiro mercader. Las pruebas eran tan aplastantes que hubo amenazas de muerte a granel contra las acusadoras, y nosotros mismos tuvimos que resguardarnos mucho y pasar meses esquivando matones a sueldo. No se nos condecoró con la Gran Cruz de la Legión de Honor, desde luego, por haber rendido tan señalado servicio a la nación francesa, pues la verdad es que si bien habíamos contribuido a limpiar uno de los grandes establecimientos de Augias habíamos privado también a los grandes políticos de su mejor proveedor de fresca e inexperta “fraternidad blanca”, beldades menores de edad que afortunadamente no se dejan ya seducir tan fácilmente por los cantos de sirenas de los duchos reclutadores con poses de magos orientales. ¡Ni ellos ni los teosofistas nos perdonarán jamás esta ingenua insolencia y tan incalificable perjuicio!
Al salir de prisión, Ivanoff se convirtió en Ivanoc, más siguió siendo “encarnación de San Miguel”. Hizo una visita a la India, por invitación teosófica, y desde entonces pontifica como gran mago yogui. Así se hace la historia de la mayoría de los grandes dirigentes de los shows modernos condimentados con yoga y magia, y para la mayor gloria de la “ciencia sagrada y la sabiduría Divina” hindú de la Sociedad Teosófica. Lo repetimos, el negocio que se trae entre manos esa gente no es cosa baladí, y si no fuera tan importante, no se darían el trabajo de crear mesías y mártires (pobre Ivanoff) y emprender diabólicas campañas de diatriba y calumnias viles como lo han hecho y siguen haciendo contra nosotros lo mismo que contra Rudolf Steiner, Subba Rao, Mario Roso de Luna, Mahatma Gandhi y otros saneadores del mundo.
[1] La Academia Mundial de CULTURA CIENTÍFICA FÍSICO-MENTAL O YOGA INTEGRAL CIENTÍFICA recurre a un lenguaje claro y a expresiones netas. No utiliza ni el chino ni el sanscrito como tampoco el latino o el yiddish como idioma de base.
[2] Nota de Revista ARIEL. Se hace referencia, por supuesto, a los autores y promotores de la desafortunada desgracia en que se vio sumergida la Sociedad Teosófica, una vez desencarnados sus iniciales gestores, con Helena Petrovna Blavastky a la cabeza.
[3] Al ver a tanta gente sin rencores ni odios, despojados de prejuicios, así como de propósitos engañosos, rebosantes de salud y de sana alegría, sentimos impulsos de desvestirnos también y confesar en alto nuestra íntima satisfacción por encontrarnos en medio de personas sanas de cuerpo y mente, y reclamarles su indulgencia a fin de admitirnos en su seno. El hecho de que no hubiese encontrado ni racional ni conveniente todo ese fárrago de gimnasia espectacular que es el hatha yoga nos había convencido de nuevo que los individuos humanos son verdaderamente buenos cuando saben, o mejor dicho, cuando aprenden a serlo. Nunca sentimos tanto nuestra vocación de mentor espiritual como ahí, frente a esos cuerpos nobles que parecían darles lecciones de ritmo y de armonía madurada y sublime al entero universo rústico y rutinario, y por un momento sentimos una indecible felicidad al percatarnos que habíamos contribuido a tan esplendente obra con nuestras enseñanzas.
[4] Estamos procurando devolverles a los rusos la fe y el sueño tranquilo dándoles a conocer la YOGA INTEGRAL CIENTÍFICA, que es ya harina de otros costales como se dice, y con la ciencia no hay posibilidad de engaños metafísicos, trucos místicos, perversiones sexuales, ni explotación de la credulidad humana. Esto, ellos lo saben ya demasiado bien.
Los estudiantes de historia, filosofía, biología, herencia biopsicológica, psicosomática, mentalismo, etc.… seriamente interesados en las conquistas de laboratorio en materia de YOGA INTEGRAL CIENTÍFICA, pueden dirigirse con toda confianza a una Academia de CULTURA CIENTÍFICA FISICOMENTAL o YOGA INTEGRAL CIENTÍFICA. Las hay en casi todos los países.