bodha cisne3 


Universidad Mundial

                    Científico Espiritual

Sección Educativa:
ALIANZA UNIVERSAL
         
Centro de Conciencia Espiritual
ESCUELA DE ALTA SABIDURÍA (BODHA)

 

Lección Especial X

Por el Venerable Maestro K.H.

(original en francés)

 

La Habana, 18-12-1950

 

Muy Queridos Discípulos:

 

La tormenta que sopla con violencia sobre el mundo no se apacigua. Es una terrible tormenta que amenaza tragarse a la Humanidad entera en ríos de sangre y sepultarla bajo las ruinas de todo el patrimonio humano.

Pero esta espantosa tormenta es debida a otra tormenta que impera y produce sus estragos en el fondo de las almas. El mundo es una inmensa arena en la cual las pasiones humanas se desatan, se ensañan con un encarnizamiento bestial sin precedente, con acentos salvajes y cada vez más refinados. Es preciso tener el valor de encarar las realidades de nuestros tiempos actuales, situarnos, saber dónde está uno parado.

Es preciso sobre todo conocer bien los bajos fondos del alma humana para comprender mejor la monstruosidad de los bajos fondos sociales y sondear mejor la herencia biológica y kármica del hombre, para dimensionar, en fin, la inmensidad del drama humano y la magnitud de las atrocidades de las cuales da muestra. El mundo exterior, en resumidas cuentas, no es más que el resultado o el reflejo de este mundo interno de cualidades y posibilidades individuales. Al fin y al cabo, los actos exteriores no siguen y no obedecen más que a los sentimientos, emociones o determinaciones íntimas.

¡Qué drama tan grandioso vive el hombre hoy en día, moviéndose en la sombra de sus sombrios designios, agitado por los poderosos elementos íntimos del ser que constituyen el secreto de cada individuo! ¡Cuántos desastres se perpetúan, sumergiendo a las innumerables víctimas del miedo, del hambre, de la ignorancia, de la necedad extrema en los abismos de la desesperación, el abandono, la indiferencia, la postración o del vicio…

La tragedia del mundo no es más que la proyección del drama íntimo de los seres. Por otra parte, no se puede comprender la causa de todas las miserias, de todos los vicios y sufrimientos citados, sino sondeando en las profundidades del alma, esclareciendo los menores rincones de ésta con la luz cruda de la crítica sana, surgida de un deseo de saneamiento, de curación, de revitalización de todo el ser y, por esa vía, así mismo, de la Humanidad entera. Penetremos en estas cavernas sombrías del alma donde se mueven horribles monstruos de vidas tenaces, con numerosos tentáculos, con imprevisible poder…

Cuántas lepras invisibles se revelan a nosotros cuando buscamos desentrañar, descubrir y comprender nuestras propias debilidades morales, nuestras limitaciones mentales, nuestras inconstancias espirituales y nuestras traiciones de conciencia. Cuánta vulgaridad, cuánta barbarie, cuánta irresponsabilidad, cuánta grosería, cuánta insolencia, cuánta pobreza y cuántos oscuros sufrimientos se agitan, se expanden y se transponen en el secreto dédalo de las almas incultas, sin dominio propio, desorientadas y sin luz interior. Sobre todo, qué capacidad extraordinariamente grande y prolongada para todas las torpezas concebibles, para todas las claudicaciones morales imaginables, para todas las traiciones del corazón, para todas las socarronerías e hipocresías del alma. Realmente, el panorama íntimo del hombre es un caos de pasiones, de abominables deseos no saciados, y de designios frustrados.

La lepra íntima del alma - así como la lepra horrible de los cuerpos - es contagiosa, y son sus proyecciones en el mundo las que nos confronta con esta barbarie repleta de vicios, de orgullo sin límite y de egoísmo satánico, que algunos ensalzan, sin pudor, como civilización ideal o maravilla celeste de una humanidad salvada…

Esta lepra del alma se convierte a menudo en lepra moral, en vicios malsanos, en enfermedades espantosas. A veces aparece también, e incluso con bastante frecuencia, bajo el disfraz engañoso de la vanidad y bajo la armadura envenenada de la hipocresía execrable, sirviéndose de la jactancia y facilidad de explotación de los crédulos. Guardémonos bien de las almas decepcionadas, que no viven según los Principios filosóficos y los preceptos morales que proclaman y recomiendan a todos los vientos. No nos dejemos descarriar por los espejismos y fuegos fatuos de las almas cautivadoras que sólo ofrecen promesas ilusorias y designios falsos.

Las almas limpias, bien nacidas o que han sabido cultivarse, purificarse, hacerse juiciosas, buscan incesantemente elevarse en las regiones luminosas del Espíritu, mediante  certidumbres fortificadas por una conducta moral ejemplar, generadora de fuerza invencible así como de inspiración genial y divina. Eviten toda forma negra de vicio,  hipocresía o mentira.

Los que posan para apaciguar su propia conciencia alardear de sus virtudes fallidas, se esfuerzan sin tregua por aparentar lo que no son o por hacer creer lo que incluso jamás han pensado o intentado ser. Son almas vacías, sin consistencia, dirigidas únicamente hacia a saciedad de sus pasiones instintivas, de sus apetitos bestiales, su interés bajo y burdo de vanagloria, poder y  riqueza.

No intentemos creer que la Humanidad es mejor que el hombre…, sin embargo, debemos comprender que el individuo es biológica y espiritualmente un germen, un organismo propicio y susceptible de perfeccionarse a sí mismo, como el resto de la especie, provisto de capacidades casi todopoderosas, en este sentido capaz de modelarse a imagen de la Perfección, en la medida en que lo busque sinceramente, lo realice y lo persiga con celo y voluntad. La naturaleza ha previsto todo, y ha dado al individuo la paleta completa y los instrumentos necesarios para la producción, por sí mismo, de una vida ideal, perfecta; una obra maestra a realizar primero en su alma, en su corazón, antes de realizarla plenamente afuera, como ofrenda suprema a su propio ser íntimo, divino y al Universo infinito.

Lo que nosotros perseguimos y cultivamos es el esfuerzo íntimo, que nos permite satisfacer las necesidades del alma como las del cuerpo, y ello con toda sinceridad. Queremos expandir nuestro ser con el fin de expresar mejor nuestras fuerzas íntimas y tener la mejor y mayor experiencia de las posibilidades espirituales de la Vida. Encontramos en esta búsqueda la justificación de nuestra vida y su verdadero valor.

Las almas deben ser valientes en sus esfuerzos y buscar siempre mantener sus ímpetus de conciencia, en todas las circunstancias, a pesar de todas las dificultades y amarguras comunes en esta lucha por la vida que encontramos en nuestros días, destino inevitable que nos toca a todos... Debemos, en fin, por encima de todo, aprender a afrontar las exigencias de la vida y del mundo, con un espíritu elevado e invencible, un corazón puro, un alma noble, una conciencia despierta y un cuerpo sano. Nuestros esfuerzos dependen de las necesidades que encontramos en nosotros mismos, de las aspiraciones que buscamos y de los Principios que cultivamos. Sepamos, pues, reconocernos y preservarnos, desarrollarnos y concentrarnos, crecer e irradiar, convertirnos en lo mejor y más bello que quisiéramos ser. La virtud es la constancia en el esfuerzo rehabilitador, y la única moral aceptable para Iniciados e Iniciandos es la conducta sincera, sin tregua y sin compromisos.

Una Discípula acaba de manifestarme esto: “Gracias por sus buenos consejos, toda su Bendición, sus cursos tan interesantes, tan reconfortantes, tan profundos que nos muestran el trabajo, el esfuerzo constante, la buena voluntad, la sinceridad que es preciso tener para logrrar un resultado. Cuántos defectos, cuántos escollos que es preciso sortear en cada instante para no quedar atrapados en todo lo que nos rodea, que quisiéramos apartar, que nos perturba y nos irrita a veces hasta el punto de enfermarnos. Suerte que usted está aquí, para traernos de vuelta. La distancia y el tiempo no son nada: Usted está presente cuando hemos comprendido y hallamos la fuerza para continuar y avanzar en el Sendero. Gracias, Gracias. Reciba, muy Querido Maestro, mis mejores pensamientos de profundo respeto y gratitud”

Cumplo mi deber lo mejor que puedo, viviendo mis propias Enseñanzas y no hallando otra dicha y gloria, como recompensa, que el progreso de los Discípulos en este sentido transcendental.

Me gusta ser el jardinero que cultiva sin cesar su jardín como si éste tuviera que ser eterno y como si cada flor y cada fruto fuesen mis mejores ofrendas al Verbo Divino y a la Vida Universal.

Que todos ustedes respondan a los más altos propósitos espirituales y, en estas fiestas de Navidad, encontren dentro de ustedes los tesoros infinitos que son atributos  y patrimonio de las almas elevadas y disciplinadas (Hamsajis).

Les envío mis mejores votos de corazón y toda mi Bendición Maitreyanam de Paz, Salud y Protección.

 

Maha Chohan KUT HUMI LAL SINGH

 Pr. OM Cherenzi Lind