Editorial
P A Z
Preparando al Mundo para una Verdadera Paz
México, Enero 3 de 1.941
(Artículo publicado en ARIEL No. 21, Febrero de 1941)
El tema de la PAZ es el motivo fundamental de la genuina cultura y de la única verdadera Espiritualidad asequible o posible.
Con motivo de la Navidad de 1940, sostuvimos propósitos de PAZ atreviéndonos a delinear las condiciones inmediatas, ineludibles a la vez que irrefutables. Esta vez queremos exponer en pocas palabras datos adicionales, para después pasar a hacer una síntesis filosófica con bases científicas de todo lo que propugnamos, que desde luego no es atrevida fantasía ni simple deseo de cultivar vanas esperanzas, sino que responden a hondas meditaciones y tienden a satisfacer las íntimas y puras necesidades de la naturaleza humana, sin burdas consideraciones de intereses clanescos, sean éstos religiosos o políticos, y sin miras parroquiales o meramente convencionales.
Ya que los bandos contendientes eliminan fronteras con suma facilidad y la neutralidad resulta ser una especie de suicidio calculado y con paciencia, suprímanse todas las fronteras, sean éstas étnicas, económicas o geográficas, y tiéndase a acercar a los distintos pueblos y porciones geográficas entre sí mediante un libre intercambio comercial y la penetración cultural sin restricciones.
Internacionalícense el canal de Suez, el de Panamá y todos los territorios disputados por más de una nación imperialista o colonizadora, y también todas las fuentes de producción alimenticia de importancia, como las zonas pesqueras en todos los mares y océanos y los grandes yacimientos petrolíferos y mineros; a fin de impedir toda competencia económica y luego armada entre las naciones.
Suprímanse todas las deudas externas existentes. Es cosa incompatible con la dignidad humana el sostener grandes ejércitos y armadas y al propio tiempo percibir o formar deudas externas.
Fórmese una institución de Justicia y Fomento de progreso, paz y buenas relaciones mundiales, que reúna en uno solo los organismos de La Haya y Ginebra, pero sin sus defectos, haciéndose imposible la prevalencia de ninguna nación en particular o de cualquier individuo dado en su seno, y que sus decisiones sean de carácter universal e inobjetable, laborando en su seno las personalidades más indiscutibles en prestigio científico de cada nación del orbe, de acuerdo con un promedio correspondiente a sus respectivas cifras de población.
Que todas las naciones existentes firmen de mutuo acuerdo un protocolo de PAZ y PROGRESO, comprometiéndose a no hacerse la guerra y ayudarse mutuamente con todos los medios posibles, accediendo todas a suprimir a la nación ofensora.
Proscríbanse todos los individuos criminales natos, matones, charlatanes profesionales, impostores religiosos y esquizofrénicos, en zonas determinadas del orbe, a fin de evitar la repetición de sus fechorías, su procreación y sus malos ejemplos. Utilícense para esto las zonas internacionalizadas, o regiones especiales del mundo, donde podrían ser sometidos a un régimen “totalitario” conveniente con miras de colonización de los lugares hasta ahora despoblados o improductivos. Amplíese o acábese esta medida legislándose con carácter Universal la educación cívica y la asistencia social plena como primer y máximo beneficio nacional, y exclúyase a los incurables, promoviendo de todas maneras una sociedad sana, robusta, culta y de visión enaltecedora....
Limítese la riqueza individual, y también la comanditaria o de toda razón comercial, sea ésta industrial o financiera.
Suprímase toda prensa venal, ditirámbica, sectaria, grosera, nacionalista, supersticiosa, de exaltadas doctrinas, o bien simplemente proselíticas. Tanto el libro como el periódico de tales características constituyen un verdadero sadismo antisocial y antihumano, porque son enemigos de la cultura y de la Espiritualidad en sus expresiones más genuinas, y forman las simientes de la erraticidad, la discordia y el apasionamiento morboso entre los hombres.
Establézcase un régimen de tolerancia religiosa y política, universalmente, pero privando de toda autoridad a los Prelados y Pontífices y a los Caudillos y Líderes que llegan al extremo de incitar a la rebelión o fomentar pasiones en sus dóciles e incautos feligreses o aláteres.
Suprímanse los partidos políticos que no advoquen la unidad nacional con el fin de servir mejor los intereses de la colectividad, y llévense a cabo las funciones democráticas sin la intervención de ninguna especie de caudillaje, o imposiciones del gobierno o alguna de sus dependencias.
Foméntese el estudio de todas las creencias religiosas y el conocimiento de todas las características del panorama cultural o de todos los procesos de la evolución del pensamiento humano a través de los tiempos pasados, y procédase a informar ampliamente a la entera humanidad de las conquistas fundamentales de la inteligencia humana en el terreno de la ciencia experimental y aplicada, a fin de evitar toda forma de fanatismo o sectarismo, bien sea de índole religioso o político. Demuéstrese, en fin, a la entera humanidad, que la solución a sus múltiples problemas y el logro de la felicidad no dependen de las panaceas decantadas por sectarios y militantes curalotodo, sino por medio del esfuerzo cultural únicamente.
Disuélvanse las agrupaciones fraternales, mecánicas, teosofistas u otras que no demuestran cumplir estrictamente sus propósitos o finalidades, y de paso persígase, elimínese o impídase toda forma de explotación de la credulidad humana por medio de procedimientos charlatanescos, de superstición o dolo fomentado por la impostura.
Establézcase, en fin, un modus vivendi humano, verdaderamente enaltecedor, a la vez que se suprimen todos los procedimientos, resabios o anomalías, que lejos de dignificar a la naturaleza humana, la corrompe, gracias al hipócrita, venal y malsano sentido de justicia que subsiste en nuestras modernas democracias, que tanto acusan la decadencia moral y la falla de conciencia entre los asociados humanos.
Todas estas anotaciones corresponden a todas las naciones, y mientras más se garantice a todos los asociados el derecho de libre, espontánea y consciente expresión de sus propias aspiraciones, menos habremos de lamentar los disturbios y las calamidades que son baldón de las democracias modernas y motivos de criminal opresión en los sistemas totalitarizantes.
Todas las naciones y todos los legisladores harán bien en consultar estas nociones a fin de proceder a incorporarlas a su acerbo y así mismo proceder a hacerlas viables por medio del esfuerzo constructivo, pues sin estos prolegómenos, no es posible aspirar a ninguna forma de PAZ humana verdadera y duradera, efectiva, sustancial y categórica.
No se trata aquí de dar razón a un sistema u otro, o a una tradición u otra, sino más bien de corregir los errores que condujeron a sus insoportables condiciones y al mismo tiempo al caos de los antagonismos que fomentaron con sus incontables prejuicios y perjuicios.
Muchos crasos errores y trágicas falacias se han entronizado en la vida humana en los tiempos pasados, bajo el sugestivo signo de la democracia. Ya es tiempo de corregir y erradicarlos. Los procedimientos drásticos de última hora no son más eficaces, aunque en extremo sugestivos. No nos dejemos seducir por los falsos principios del pasado, y decidámonos a planear el modus vivendi que realmente conviene a todos por igual, sin menoscabar los intereses ni los valores de nadie.
Y si de JUSTICIA, HONRADEZ y DIGNIDAD hemos de hablar, como puntos de partida para el entronizamiento de Principios enaltecedores e inspiradores de una Nueva Era, tengamos bien presente que mientras no prevalezca la cultura entre los hombres no habrá Dignidad posible, ni tampoco Honradez ni Justicia.
Pr. Om Schernrezig-Lind