"Los labios de la sabiduría están cerrados para todos, menos para los oídos de la comprensión”  Pr. OM Lind Schernrezig

EL CONOCIMIENTO DE SI MISMO

Por. Luis Eduardo Sierra S.
Presidente Alianza Universal

Que se entienda o no, es inobjetable expresar que el descubrimiento del significado del fenómeno de la muerte se revela sólo en el momento en que se descubre el profundo significado del fenómeno de la vida, de la misma manera en que sólo mediante la luz se disipan las tinieblas. De igual forma, el conocimiento del individuo humano, concebido integralmente, desemboca o trae a la par el conocimiento de la sociedad humana en general, partiendo de la premisa básica de que todos los seres humanos estamos diseñados y construidos con un mismo molde o patrón, que físico-químicamente constituimos un idéntico laboratorio con los mismos elementos constitutivos difiriendo sólo en cantidad y combinaciones de unos y otros elementos; somos paridos y amamantados por la misma tierra, que además nos brinda el sostén y nos nutre, respiramos el mismo aire y bebemos la misma agua, para algunos más o menos contaminados que para otros por la misma acción del hombre, y operamos o funcionamos mediante redes sistemáticas que operan mecanismos idénticos.  Con todo, y a pesar de todas nuestras barreras convencionales, divergencias y discriminaciones, somos esencialmente y forzosamente HERMANOS, la HUMANIDAD es UNA SOLA, que lo queramos o no. Nos diferenciamos fundamentalmente en nuestras percepciones y actitudes hacia la vida.

El “Conocimiento de Sí Mismo” constituye entonces la Ciencia por Excelencia, la Ciencia de las Ciencias y la Suprema Religión, la Religión de la Ciencia y la Ciencia de la Religión, el más noble empeño, la Justificación de la Vida, la máxima realización, la mayor riqueza, el más exquisito deleite y el máximo logro, el principio sin final de la genuina Sabiduría. Debiese, por razones obvias y elementales, constituirse en la más imperante preocupación en los estamentos educativos y en todos los gobiernos en todo el mundo, si se dispusiese tan siquiera del sentido común, el menos común de los sentidos. Sin embargo, para desdicha de la especie, se le menosprecia e ignora en aras al consumismo de la sociedad mercantilista, cuando simplemente se le ridiculiza por los ignaros que no atinan a vislumbrar su trascendencia.

El mandato Socrático “Conócete a ti mismo” implica descorrer el Velo de Isis de los antiguos egipcios, la maya o ilusión de los orientales, permitiendo así la irrupción de una claridad meridiana que desvanece cualquier vestigio de sombra o duda. Sólo entonces se sabe a ciencia cierta lo que es la vida y la muerte, se aprende a morir y en gracia a ello se nace, se descubren los resortes que impulsan a la humanidad, la causa de todas sus inquietudes, sinsabores y alegrías, se percibe que todo ser humano se nutre de una misma fuente primigenia, de una misma despensa energética, y que consecuentemente estamos dotados todos en principio de idénticas posibilidades y potencialidades. Al igual que el sol irradia sus rayos generosamente para todos, sin cicateria, preferencias o distingos de ninguna clase, y sin esperar tampoco que se lo agradezcan, de idéntica forma el ser humano está dotado en forma pródiga, sin reparos, infinitamente, por la Naturaleza Universal. La gran tragedia de la humanidad consiste en ignorar su inconmensurable fortuna innata y en vivir en contravía de su consecución. Su peor desacierto y terquedad es buscar por fuera lo que lleva por dentro. Profunda la frase del bardo Colombiano que expresa: “Muerto no es aquel que en tranquila calma la paz disfruta en la tumba fría, muerto es el que lleva muerta el alma y vive todavía”

Pero si la Naturaleza Universal dota al ser humano con similares energías que le sirven de sustrato o común denominador a la vida en general, por qué tan variadísima la manifestación de tales energías una vez expresadas o puestas en acción por el individuo. Por qué tantas diferencias y divergencias entre las gentes, al extremo de que nos vemos y tratamos más como enemigos o rivales que como hermanos y de que hoy en día se erija al hombre como el principal depredador del hombre mismo y del planeta que le soporta.  La tierra que nos sostiene y la savia que le nutre es una sola en sí misma, pero la estupidez humana y su infatigable egoísmo la ha parcelado, estableciendo barreras convencionales que satisfacen a la codicia de los más fuertes,  desarrollando su poderío no desde la óptica de la selección natural de las especies, como antaño, sino del ingenio diabólico del hombre al servicio de la maldad y la codicia. Por derecho natural y primigenio somos Ciudadanos del Universo, como tal debiésemos sentirnos y tratarnos, cuan bello seria vivenciar este común denominador, pero el hombre, haciendo gala de su colosal miopía mental y egocentrismo recalcitrante, enarbola banderas, compone himnos, crea idiomas, acuña monedas, fomenta patriotismos, y en fin se ingenia cuanto ismos quepa a su estrecha imaginación de tal modo que se le haga posible marcar linderos y distancias entre una Humanidad parcelada pero esencialmente UNA, que no obstante busca en esencia los mismos fines, tiene parecidas angustias y camina toda ella en procura de una misma finalidad ulterior, que no atina a sondear ni a entender y descubrir.

Estamos refiriéndonos al homo sapiens, autocalificado como el ser más inteligente de las criaturas vivientes, según se dice por los más entendidos. Un vistazo somero por las distintas latitudes de la tierra donde existe actividad humana nos demostrará que para lo único que se ponen de acuerdo los humanos actualmente es para odiarse y enfrentarse. La prensa hablada y escrita, los noticieros televisivos, abundan en ejemplos, constituyen sus primicias y primeras páginas, tienen acostumbrados a sus clientes a lo grotesco, lo canallesco, con remates de banalidad y fruslerías para entretener mentes embobadas. No son las bestias más feroces e intimidatorias a las que hay que temer, sino al ingenio maléfico del hombre, a su desmesurada codicia e incontenible avaricia, a su enconado odio producto de rivalidades religiosas y políticas, a las insensatas discriminaciones raciales, a su insaciable lascivia, a los fanatismos de todo tipo, a su afán guerrerista, a su ambición de poder y riqueza, a su ciencia al servicio de lo perverso, a sus sistemas de explotación por la fe o el dominio político, a sus explosiones de ira, a sus pervertidos instintos, a sus odiosas discriminaciones sociales, a sus monopolios y exclusivismos, a su drogadicción y alcoholismo creciente, a sus luchas de clases, a sus sicarios, pandilleros y reponeros, en suma a su profundísima y abismal ignorancia de sí mismo, o lo que es lo mismo, a su desconocimiento de lo que es en sí vida. El ser humano realmente no vive, se suicida a prisa, actúa como un zombi con una gran capacidad para hacer el mal.

Es en la mente donde se gesta y provoca la enorme diversidad circunstancial que rodea a las gentes, en ella se crea la diferenciación bajo su condición dual, es la mente discriminadora la que administra el divisionismo y la parcelación de la humanidad en fronteras geopolíticas, en grupos religiosos, en sectores étnicos, en estratos sociales, políticos, culturales, económicos, etc. La energía que nos potencializa es en sí neutra, no es buena ni mala, es la mente la que le imprime la polaridad; el sustrato que nos sirve como soporte y común denominador es el mismo para todas la especie humana, estamos construidos, esencialmente hablando, con los mismos ladrillos estructurales.

Los credos todos, que sean religiosos o políticos, o de cualquier otro orden, ya por intereses económicos, mundanos o convencionales, son las principales causantes del divisionismo entre la especie humana, todo lo cual se ha fraguado a través de la mente, matizada por el afán egoísta  Por ellos surgieron engendros como el fascismo, los totalitarismos, el despotismo y todos los ismos imaginables, una bandera para cada estado, y otras tantas dentro de cada estado para cada interés en particular conformándose en definitiva una verdadera colcha de retazos, brotaron las luchas de clases y el conflicto entre el capital y el trabajo, entre obreros y patrones, entre ricos y pobres, el color de la piel entró a jugar papel preponderante como factor discriminativo, los idiomas a su vez contribuyeron con su parte en la imponente Torre de Babel.

Dónde hallar, bajo semejante maremagnum como el actual, rastros de la tan vanagloriada y cacareada inteligencia del homo sapiens, en lo que a sus actuaciones se refiere.  Lugares los hay, personas también las hay, y desde luego actividades y seres de Conciencia superior y todo un gran legado maravilloso que constituye el genuino patrimonio de la humanidad. A cada uno corresponde ponerse al alcance del mismo.

Cuando la especie humana haya sufrido lo suficiente y se descubra realmente como humana, surgirán las luces, cual faro en una noche de penumbras, y entonces habrán oídos para oír y los labios de la sabiduría se tornarán diáfanos y vivificadores, cual bálsamo liberador. Se precisa estar en condiciones para entender las enseñanzas de los Sabios de todas las edades, que siempre han estado ahí, disponibles para las mentes sensatas y sinceras, selladas para los oídos de la incomprensión.