Una Oportunidad Para Asegurar Nuestro Futuro

Por Kofi A. Annan

* Traducción no oficial del Centro de Información de las Naciones Unidas para México, Cuba y República Dominicana

Imagine un mundo de sequía constante, tormentas y hambruna, con islas, deltas y regiones costeras inhundadas por el aumento del nivel del mar. Un mundo en el que millones mueren a causa de la contaminación del aire y del agua. Un mundo donde millones huyen en busca de lugares más seguros para vivir y otros luchan entre sí por el control de los escasos recursos naturales.

Ahora imagine un mundo con agua limpia y "tecnología verde", en donde casas, transporte e industria utilicen con eficiencia la energía, donde todos comparten los beneficios del desarrollo, la industrialización y los recursos naturales de la Tierra y en donde esos beneficios pudieran sostenerse de generación en generación. Nosotros podemos elegir entre estos dos escenarios.

Hay quienes opinan que todo crecimiento económico y desarrollo conduce inexorablemente al Apocalipsis. Otros minimizan los problemas ecológicos reales que enfrentamos o nos aseguran que algún descubrimiento tecnológico espontáneo vendrá a rescatarnos. Ninguna de estas aproximaciones nos es útil y tampoco son precisas. Nosotros, los seres humanos, podemos prosperar en el futuro, como lo hemos hecho en el pasado y vivir en armonía con nuestro medio ambiente. Sin embargo, hasta el presente no lo hemos logrado.

Durante los últimos dos siglos, los avances significativos en las condiciones de vida nos hicieron pensar que los obstáculos para el bienestar humano habían sido superados. Sin embargo, tan sólo la enorme población del mundo, su natural deseo de beneficiarse de la prosperidad disfrutada hasta ahora por sólo unos pocos y el uso sin precedente de energía y otros recursos, nos han llevado a un territorio desconocido. Tampoco debemos olvidar que una quinta parte de la humanidad continua disfrutando indefinidamente de condiciones de prosperidad, mientras que cantidades enormes de personas viven en la miseria y la privación, o que los patrones de producción y consumo que destruyen el medio ambiente nos traerán prosperidad permanentemente. La cuestión no es medio ambiente contra desarrollo o ecología contra economía, sino la integración de ambas.

Hace diez años, con los acuerdos logrados en la Cumbre para la Tierra en Río, pensamos que habíamos encontrado una salida a esta situación. No obstante, el progreso ha sido más lento de lo que esperábamos. Los países desarrollados en especial, no han cumplido con las promesas hechas, fueran estas de protección al medio ambiente o de ayuda al mundo en desarrollo. Los debates, tanto locales como globales, sobre economía y financiamento aún tratan al medio ambiente como a un invitado no deseado.

Ahora se nos preenta una nueva oportunidad para solucionar estos problemas: la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible que se llevará a cabo en Johannesburgo, Sudáfrica, dentro de tres meses.

Sobra decir que la Cumbre por sí misma no cambiará la historia. Creo, sin embargo, que esta Cumbre será vista como un parteaguas si se logran compromisos claros para impulsar el cambio e iniciativas frescas que se materialicen en cinco áreas específicas:

1.- Agua. Si queremos salvar la vida de más de tres millones de personas que mueren anualmente por enfermedades causadas por agua contaminada, tenemos que mejorar los servicios de agua y sanidad, y lograr que estos servicios sean más accesibles, además de encontrar nuevas fuentes de financiamiento para su desarrollo y manejo. Si también se quiere evitar que dos tercios de la población mundial se enfrenten a una severa escasez de agua en las décadas por venir, tendremos que reducir el desperdicio y el número de fugas, especialmente en áreas como la agricultura ("más cosecha por cada gota de agua"), e impulsar la gestión regional de mantos acuíferos vitales para más de un solo país.
2.- Energía. Con el fin de que las personas pobres tengan la posibilidad de escapar de la pobreza, debemos suministrar energía limpia a los dos mil millones de personas que en la actualidad carecen de ella. Para conseguir que esto se lleve a cabo, sin provocar un cambio climático desastroso, debemos mejorar nuestra eficiencia en el uso de la energía, utilizar fuentes renovables de energía, implementar el protocolo de Kyoto, y poner fin a los incentivos fiscales y subsidios contraproducentes, así como financiar la investigación de nuevos tipos de energía limpia y de técnicas para eliminar al carbono.
3.-Salud. Para salvar la vida de los millones de personas que mueren anualmente a causa del medio ambiente inseguro (agua contaminada, contaminación del aire, deshechos tóxicos, enfermedades mortales transmitidas por insectos), debemos redoblar nuestros esfuerzos para crear un medio ambiente seguro. También debemos lograr que todos los servicios de inmunización y tratamiento sean accesibles para todos, y aumentar la investigación sobre enfermedades tropicales, que imponen una fuerte presión económica y humana en los países más pobres del mundo.
4.- Agricultura. Si se desea asegurar que la producción de alimentos crezca al ritmo de bocas que alimentar, debemos encontrar medios para detener la erosión de la tierra y revertir la aguda disminución en la productividad agrícola, epecialmente en África. Esto significa mayor responsabilidad en la planeación y manejo de la tierra; la implementación de la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación y la financiación de investigaciones sobre cultivos resistentes a las sequías.
5.- Biodiversidad. Para detener la rápida extinción de otras especies, lo cual tiene implicaciones devastadoras para la vida humana, debemos frenar la excesiva tala de arboles y pesca ilegales; también debemos ayudar a aquellas personas que actualmente dependen de dichas actividades para que encuentren otros modos de subsistencia más sostenibles; así como proporcionar fondos para la investigación sobre ecosistemas y biodiversidad.

En todas estas áreas existen iniciativas que se pueden aplicar ahora mismo -si se utilizan las tecnologías disponibles y se proporcionan los incentivos correctos. Si invertimos adecuadamente en la investigación, la ciencia nos dará muchas más soluciones. El conocimiento siempre ha sido la llave para el desarrollo humano y será también la clave para el desarrollo sostenible.

Esta agenda puede parecer demasiado ambiciosa para algunos y a otros lamentablemente limitada. Sin embargo, creo que representa un comienzo, esencial y posible, con el que debemos arrancar si queremos conservar la esperanza de una vida decente para nuestros hijos y nietos. De esto trata escencialmente la Cumbre de Johannesburgo.