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DENTRO DE LA BARRIGA DEL MONSTRUO

Acabo de encontrarme esa Alma soberana, Schweitzer, no le encontré en persona, ni me preocupaba hacerlo, pero contacté sus significantes conceptos.

Encontré a Schweitzer en Nueva York, esa Babel de acero y criaturas civilizadas enloquecidas por el dinero. Nueva York puede ser la Capital Mundial de la ONU, pero en ese caso nunca será más que una capital mundial de política y Dólares, políticos y ávidos de Dólares. Los políticos, me atrevo a decir, están fracasados en las profesiones Liberales, las ocupaciones científicas y las artes más nobles, y los cazadores de dólares son tontas gentes engañadas que no comprenden que están vendiendo sus almas a los oficios diabólicos, o nutriéndose a sí mismos para el guerrerismo!

Schweitzer pertenece a la Realeza Divina de las Almas Universales. Es un verdadero Ciudadano del Universo, porque desprecia la pompa mundana, las barreras y las doctrinas. Además, es el prototipo de los ideales humanistas, porque es un verdadero Cristiano. Un verdadero Cristiano, hoy día, es algo por lo cual ufanarse. Desgraciadamente, nadie alardea de Schweitzer ¡Nadie puede, ni aún él mismo!

Francés por nacimiento, no es conocido en Francia. Ama el noble prestigio de Cristo, no obstante es lo suficientemente sabio para no pertenecer a Iglesia alguna, y podría ser clasificado más bien como un Jainita, un Taoísta, o un Budista. Su culto para con la música lo coloca sobre todas las liturgias sensoriales, y sobre todos los artificios del ritualismo. Más aún, su predilección por el pensamiento Goetheano hace de él un verdadero Hijo del Sol, y un Sol del Universo Espiritual.

Tal noble criatura desembarcó en Nueva York como un galante caballero del cielo, pletórico con las nociones del Olímpico, como un verdadero Lohengrin o Schweitzer de antaño. En mi consideración él puso el pie en la barriga del monstruo de la civilización, e hizo un gesto de inquietud, pero no se sintió algo mejor. El monstruo no entendió la gran bendición que estaba dándose en el gran cuerpo de esta nación por la visita de Schweitzer.

Los Periodistas ponderaron de él como si se tratase de un fenómeno de Marte, e imprimieron y reimprimieron sus fotografías mil y una vez. No les preocupaban sus ideas, ni estaban conscientes que se trataba de la presencia viviente de una maravillosa Universalidad. La prensa publicó reportes vagos sobre su venida a conseguir unos pocos dólares para su hospital africano, y nada más. La prensa cristiana tomó aviso de él, pero bajo la consideración de que él pudiera ser proclamado por alguna secta en particular, y así todos ellos se jactaron de su Cristianismo, pero creando un vacío en torno a su dignidad semejante a la de Cristo. Mi impresión fue que los Cristianos tuvieron miedo en hablar demasiado de él, evitando ser comparados con esta gran alma inspirada que le dio al Cristo toda la posible Gloria celestial, no obstante negándose a ser en forma alguna personal, ni siquiera de una manera simbólica.

Schweitzer sólo hizo demandas terrenales al afirmar que es un Goetheano. Aunque es un capacitado musicógrafo, e igualmente un ponderado filósofo, no encontró mérito alguno en sus apreciaciones. Un hombre de medicina del tipo misionero, no tenía nada que decir a favor de su profesión, excepto que quería medios financieros para dirigir su trabajo humanitario entre los nativos de África Central. Hizo claridad, en general, que su gran preocupación es de un carácter Goetheano.

Su actitud se asemejó a la del menosprecio de un niño por Nueva York y el Nuevo Mundo. Experimentó gran asombro ante la grandeza de cosas materiales y ante la escala de desproporcionadas fuerzas humanas caracterizadas aquí, pero en lo profundo de su corazón se sentía solo, y un tanto melancólico por el continente africano. La civilización era ahora a él, tan corrupta y desacreditada como lo era hace décadas, cuando él decidió en la flor de su juventud, retirarse para ayudar a criaturas necesitadas, que a pesar de todo, todavía disfrutan la buena fortuna de no ser los esclavos de la civilización material y la falsa grandeza, moralmente decrépita y espiritualmente engañada en el fondo del corazón.

Su carácter Goetheano hizo de él un sensible, preclaro, jubiloso y generoso Cristo. En eso radican su grandiosa dignidad y nobleza sublime. Schweitzer es la efigie regia, viviente del verdadero Cristo, despojada de toda artificialidad dogmática y leyenda ortodoxia.

Como vino, se regreso. Ahora, debe estar nuevamente contento, y completamente él mismo, libre de la gloria vana, la pompa arrogante y las preocupaciones idiotas de la civilización.

Tales grandes Almas no deben ser forzadas a mezclarse con lo abyecto y lujurioso de este mundo. Deben ahorrarse esta afrenta monstruosa y martirio. Ciertamente, tienen una misión que cumplir, pero deben permitirles llevar a cabo su misión sin ser torturados por dificultades mundanas y limitados por vehículos materiales. Su grandeza les hace una propiedad Universal, y un símbolo viviente de Sagrados Ideales y Valores Espirituales.

Considero una gran Bendición haberme encontrado con Schweitzer. Su presencia humana reavivó profundamente dentro de mí los impulsos nobles, y reafirmó mis mejores aspiraciones. Sentí mejor lo que yo represento, y quise volverme una mejor expresión de esas aspiraciones que se erigen como  factor de quía de mi vida.

Schweitzer me reconcilió con Goethe,  a quien he fallado muy a menudo en recordar, y con Cristo y todos los Grandes Iluminados de antaño, quienes irradiaron grandes porciones de Luz Universal en su Corazón. Lo que estoy diciendo me reconcilió con lo más profundo de mi ser, con la Esencia de la Vida Universal, que muy fácilmente ignoro en el curso de mis gigantes luchas con las fuerzas y apuros mundanos.

Encontrarse con Schweitzer es un evento para toda la vida. Schweitzer es un verdadero Yogui, del tipo Bodhisatvat, porque el disfruta la conciencia Cósmica en un grado genial. El es tan ejemplar ….

Nueva York, Junio, 1949.

K.H.

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Original en Inglés
Editado por: Esplendores de Eternidad. Edición Especial
Reeditado por: Universidad Espiritual Mundial