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 LA INICIACIACIÓN

Pr. OM Lind Schernrezig

“PARA TI LECTOR”…

La Iniciación se alcanza con el esfuerzo de purificar el Alma por medio del Sacrificio y el Amor abstrayéndose en la contemplación de las cosas sagradas.

Los libros no son quienes pueden iniciarnos por más que encierran nobles y benéficas enseñanzas, puesto que, la verdadera Iniciación, en el sentido esotérico de la palabra, es una cosa natural e íntima del ser, por lo que su aparición y desarrollo son internos y ocultos, manifestándose únicamente llegado el momento, como se manifiesta el aroma de las flores cuando éstas abren su capullo.

Todos tenemos que llegar a la Iniciación porque es la Ley: pero de nosotros depende su pronta o tardía realización. En nosotros está interiormente esa sublime Luz que todo lo ilumina, esa palabra de vida que todo lo puede, o esa vibración armónica que es el VERBO y se cristaliza o se transforma en carne revistiendo miles de formas.

Dentro de nosotros únicamente está el misterio de esa sublime Iniciación que nos abre las puertas de lo ignorado y nos pone en contacto directo con la fuerza positiva que es Vida y produce vida grata e imperecedera. Una simple ceremonia sin previa preparación y sin los requisitos antes mencionados no puede llevarnos a la Iniciación. Muy al contrario, puede sumirnos al abismo de las tinieblas, al más horrible caos, al mal o sea el polo opuesto de la omnipotente fuerza a la cual anhelamos llegar; o cuando menos hacernos adquirir erróneos conceptos de la Verdad, condición que siempre limita y aprisiona. Todo ello por desconocer el camino que conduce a las puertas del Templo, al umbral del Santuario, a la cumbre de Luz.

Verdaderamente es áspero y lleno de peligros el camino a seguirse hasta el Ideal y no menos azarosa es la aventura que se intenta al poner los pies en él, ya que las zarzas, abrojos y espinas que al paso se hallen habremos de convertirlos en rosales de fragantes y hermosas rojas. Ese camino, que a más de largo y penoso está cubierto de obstáculos así como de fantasmas que aterrorizan al intrépido y audaz caminante que osa imprudentemente conquistar la dicha, la Luz, Vida y Amor para arrancar el Secreto del Gran Arcano, es el camino de la Iniciación.

Los libros pueden señalarnos las rutas y hasta guiarnos en gran parte en la búsqueda en nosotros de la Iniciación que debe realizarse en una Mente clara, un Corazón sensitivo y un Cuerpo sano purificados por los Elementos sintetizados en SACRIFICIO y AMOR, pero nunca podremos hallar en ellos la verdadera Iniciación escrita, puesto que, como hemos dicho antes, se logra por el esfuerzo personal interno, oculto. La Iniciación es algo sutil que parte de lo interno e ignoto para manifestarse en lo externo y revestir un aspecto claramente definido. Es la potencialidad latente en todo individuo capaz de desenvolverse y manifestarse llegando el momento propicio, acción y efecto comparables únicamente con el nacimiento de la planta o el polluelo para manifestarse en otra vida.

De igual modo que el niño en la escuela aprende a leer y escribir y gradualmente va adelantando por su propio esfuerzo y entusiasmo, así el aspirante a la INICIACIÓN tiene que luchar por cuenta propia para lograr su ansiado anhelo, y nadie sino él mismo puede proporcionárselo. Es una transmutación que verifican el estudio, el tiempo y sobre todo el Amor puro y desinteresado. Toda cosa se realiza a su debido tiempo, sin pérdida de minutos, segundos, ni fracciones infinitesimales de segundo porque la Ley es exacta e inexorable. Así la Iniciación llegará tras una precisa preparación que se refleja claramente en la vida: Pasión y Muerte de Cristo para resurgir lleno de Vida, Luz y Amor, morando eternamente en un cielo sin fin.

El Discípulo necesita someterse a una disciplina rigurosa, aunque lenta y gradual pero tenaz y constante, hasta lograr su dominio personal y perfecto conocimiento de su Yo interno o Ego, templando su alma para el sacrificio. De lo contrario, no podrá ver nunca al Maestro ni mucho menos ver a Dios cara a cara indefinidamente, identificándose con él y ser entonces un verdadero INICIADO.

Tomado de la obra “DISCÍPULOS Y MAESTROS”